Judith llegó a la constructora Anderson, con una mezcla de nerviosismo y determinación, y tomó una bocanada de aire antes de entrar por las grandes puertas de cristal. Una vez dentro, se dirigió hacia el ascensor y presionó el botón para dirigirse a su oficina en el piso ejecutivo.
Al llegar a su destino, las puertas se abrieron y ella salió del ascensor con paso firme. Caminó por el elegante pasillo, observando los rostros desconocidos, finalmente, llegó a su propia oficina y abrió la puerta.
Sin embargo, para su sorpresa, encontró a Carl acostado en un sofá, aparentemente adormilado.
Frunció el ceño y tosió ligeramente.
— Disculpe señor Anderson.
Un ronquido recibió como respuesta.
Judith se acercó a él con paso decidido y una mirada de desaprobación en su rostro.
— Señor Anderson, por favor abandone mi oficina—, le solicitó con voz firme.
Carl al escucharla se incorporó rápidamente, frotándose los ojos con el dorso de sus manos visiblemente sorprendido.
— Oh, Judith. Estaba tan a