Un eco cruel.

Darían miró a Bryan con incomodidad, ya que él no respondió cuando le preguntó si era un secuestro.

—Bryan, no voy a hacer eso. No siempre puedes venir y decirme qué hacer. ¡Detén el auto ahora mismo! —. Ella golpeó la puerta, pero en lugar de escucharla, él subió el volumen de la música y siguió conduciendo a gran velocidad.

∆∆∆

En cambio, el ambiente en el restaurante había comenzado con un bullicio prometedor, y los comensales llenaban las mesas, disfrutando de un ambiente cálido y de la promesa de una comida deliciosa y Judith sintiendo la sensación de alegría que siempre le provoca ver su propio éxito, vigilaba atentamente la cocina, asegurándose al mismo tiempo de que cada plato estuviera a la altura de las expectativas.

—¡Bien, empiecen a hacer entrega de las órdenes! —, anunció con una sonrisa brillante, de lo satisfecha que estaba con el sabor de la sopa que acababa de probar y observaba con deleite cómo los camareros regresaban a la cocina con los platos totalmente limpio
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