Esposa fastidiosa.

Como no se sentía bien debido a la resaca, Judith decidió quedarse en casa, llamó a su amiga y le pidió hacerse cargo del restaurante.

Sin embargo, al pasar media hora ya no podía seguir acostada y decidió que aprovecharía el tiempo para elaborar nuevos platillos y así los agregaría a la carta del restaurante.

Mientras preparaba la comida, al abrir el refrigerador para buscar algunos ingredientes se dio cuenta de que Dylan se había comido los ravioles que había guardado en el refrigerador. Enfadada, decidió que debía cobrarle de alguna manera.

—Me estruja a la cara que esta es su casa, pero no es capaz de agradecerme por la comida— murmuró a medida que lavaba unos tomates.

Luego se sentó porque sentía que aún estaba mareada, pero eso no impedía que siguiera protestando en voz alta sobre la forma en que Dylan la trataba.

—¡No puedo creer que me llame callejera! —, se quejó al recordar las palabras hirientes que Dylan le dijo la noche anterior.

—¿No se da cuenta de que salgo durante t
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