Capítulo 38

A la mañana siguiente, a las ocho en punto, la casa de la familia Daryl tenía un aire distinto. Desde que se despertó, Aurora no había dejado de preguntar.

—Papá, ¿la tía Lilian y Gabriel de verdad van a venir, verdad? —dijo mientras corría dando pequeños saltos hacia la sala de estar.

—Sí, cariño —respondió Daryl con paciencia—. Pero debes tener calma. Llegarán en cualquier momento.

Aurora sonrió de oreja a oreja y abrazó con fuerza a su conejo de peluche.

—Quiero mostrarles los juguetes nuevos que me compraste. También quiero enseñarle a la tía Lilian el dibujo que hice.

Daryl solo pudo asentir, aunque en su rostro se notaba el cansancio.

Mientras tanto, Alicia estaba sentada en el sofá, observando a Aurora tan entusiasmada. Sus manos apretaban el borde de su ropa. Cada vez que se mencionaba el nombre de Lilian, su pecho se sentía más apretado.

Pocos minutos después, el timbre sonó. Aurora gritó de alegría:

—¡Son ellos! ¡Seguro que son la tía Lilian y Gabriel!

Corrió hacia la puerta
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