A la mañana siguiente, en la sede central de la empresa. Desde el piso más alto, Daryl permanecía inmóvil frente a la gran ventana, contemplando la hilera de edificios de la ciudad. Con los brazos cruzados y el rostro serio, las palabras de Alicia resonaban aún en su cabeza: la razón de su partida, la enfermedad que decía haber sufrido.
Unos golpes suaves sonaron en la puerta.
—Señor, ¿puedo pasar? —la voz de la secretaria se escuchó cautelosa.
—Adelante —respondió él con frialdad.
Una secretaria entró con un voluminoso dossier en brazos. Se acercó al escritorio y lo colocó con esmero.
—Este es el resultado de la evaluación del concurso para el diseño interior del nuevo centro comercial. Varias grandes empresas resultaron adjudicatarias, mientras que otras quedaron fuera en la última fase.
Daryl no se giró todavía.
—Continúa…
Ella abrió la carpeta y comenzó