Lucien finalmente convenció a Lorain de que lo acompañara a ver a Margaret, y aunque la mujer accedió a regañadientes, quería mostrar su fingida inocencia a como diera lugar. Margaret, por su lado, llegó a la cafetería con el cansancio marcado bajo los ojos, pero sin un rastro de duda en su mirada. Apenas vio a Lorain entrar acompañada por Lucien, se levantó de la mesa sin esperar explicaciones. Caminó directo hacia ella y, sin titubear un segundo, le propinó una fuerte bofetada que retumbó en todo el local. La expresión de sorpresa de Brandon, que había ido sin entender la razón de la reunión, fue inmediata; alcanzó a sujetar a Margaret por los hombros para impedir que repitiera el golpe.
—¿Qué demonios estás haciendo, Margaret? —preguntó Brandon, colocándose entre ambas—. ¿Por qué la golpeas de esta manera?
Pero Margaret no le creyó ni el tono ni la confusión. Para ella, la participación de Brandon encajaba perfectamente con las acciones de Lorain.
—No finjas —respondió con un desp