Capítulo 29. Ausencia
Leonardo
Han pasado siete días desde que Angelo se fue de la casa, y cada minuto sin él se siente como un peso insoportable sobre mis hombros. Nunca pensé que lo extrañaría de esta manera, como un condenado.
La casa está más silenciosa, más fría, como si su ausencia hubiera arrancado algo vital de nuestras paredes.
Mi madre no está mejor. Cada vez que escucha una puerta abrirse, se levanta con la esperanza de que sea él, de que regrese arrepentido, de que vuelva a ocupar su lugar en la mesa. Pero no sucede. Y verla así me destroza. Mi madre siempre ha sido fuerte; un pilar en nuestra familia. Siempre supo mantenernos unidos, pero ahora parece quebrarse con facilidad. Su mirada se pierde en los rincones, como si buscara a Angelo en cada sombra.
Mi padre tampoco es el mismo. El hombre que siempre se mostró implacable, ahora carga con un decaimiento que nunca le había visto. Sus hombros parecen más pesados, sus palabras más escasas. No lo admite, pero sé que también lo extraña. Aunque n