Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos mientras Ellie se abrazaba a sí misma en el pasillo de las habitaciones. Lloraba en silencio mientras Sandro permanecía encerrado en la habitación que ocupaba de hacía días.
No fue hasta la madrugada que se obligó a levantarse del piso y marcharse a su habitación. Se tumbó en su cama y marcó un número en su celular. Necesitaba desahogarse con su mejor amiga, Kelly sabría que decir al respecto. Todo había pasado de ser un simple y absurdo ramo de flores a una guerra. —Kelly, necesito que me ayudes, todo está mal, Sandro me odia. —Soltó las palabras envuelta en llanto. Del otro lado, Kelly respondió sin dudar y tras escuchar el relato de lo que había acontecido en los últimos días quedó boquiabierta—No puedo creerlo Ellie, te juro que pensé que lo de las flores no escalaria a más, contigo, Ellie. Todo se va a solucionar.—Ayúdame, por favor. A la mañana siguiente, Sandro llegó a su empresa con los ojos ro