Si bien Serena no había aceptado ningún trato con Sergio Carrasco, no podía evitar que la sensación de sentirse herida y traicionada la invadiera.
Cuando conoció a Alejandro, él la conquistó con su atractivo y galanura. Años habían pasado juntos, al menos el primero había sido un cuento de hadas, uno del que nunca hubiese querido despertar; sin embargo, Alejandro solo aguantó un año sin amoríos con otras mujeres.
Por lo que, no queriendo lastimarla, decidió dejarla, pero para eso ya era tarde. Ella ya estaba terriblemente enamorada de él, por lo que aceptaría cualquier cosa con tal de seguir teniendo acceso a lo que Alejandro representaba para ella.
Lamentablemente, habían pasado años así. Al principio era claro que se notaban enamorados, pero luego, poco a poco, se fue notando el fastidio o la distancia abismal que se había abierto entre ellos.
Las salidas ya no eran románticas, las visitas a altas horas de la noche solo representaban un desahogo para él, pero para ella, era sentirlo