Luego de cambiarse y alistarse para que Alejandro la llevara al hospital, Eva y él, bajaron al jardín. Curiosamente, él la tomó de la mano y ella apretó su agarre.
Realmente, Alejandro no sabía cómo interpretar toda la situación, pero si todo aquello los llevaba a otra cosa más, el agradecido estaría por aquel golpe de suerte, entre tanto alboroto.
Una vez que la pareja entró al elevador, él no pudo contenerse, se agachó y besó a Eva. Ella, aunque dudó un poco, se dejó llevar por aquel beso, lo que permitió que Alejandro pudiera profundizar ese beso y ambos se envolvieran en una rara atmósfera de la que ninguno quería salir.
Eva llevaba ropa nueva, mientras Alejandro lucía bien, pero con la misma ropa que la noche anterior, salvo que esta vez no llevaba corbata.
Luego de salir del elevador, ambos caminaron tomados de la mano hacia el jardín, Eva se quedó sorprendida, el lugar era bello, él le estiró la silla para que ella pudiera sentarse. Inmediatamente, les sirvieron café y estaban a