Eva estaba a punto de confirmar el taxi, cuando la voz de Sergio la hizo voltear.
- ¿A dónde vas, corazón? – dijo el hombre acercándose a ella de manera sigilosa.
- Voy a mi nuevo hogar… Necesito aprovechar que hoy salí temprano y quiero instalarme.
- Bien… Te llevo… - dijo el hombre, comenzando a tomar su maleta.
- ¡No! Ya no quiero más malentendidos. ¿Acaso no acabas de ver cómo mi madre quiere emparejarnos? – dijo Eva molesta.
- Yo no le veo el problema o ¿Acaso tú sí?
- ¡Claro! No he hecho ni un mes aquí y ya me quieren buscar pareja.
- Discúlpala hermosa, pero seguramente cree que tú y yo, haríamos una pareja exquisita…
- ¡No comiences tú también! Solo somos amigos… - dijo Eva sin darse cuentas de sus palabras.
- ¿Amigos? – respondió Sergio un tanto intrigado.
- Sí, ¿Recuerdas que sellamos nuestro pacto de amistad con un café y un croissant? – le recordó Eva.
- ¡Oh! ¡Ya me acordé! Pues sí, si somos amigos… Pero tu mamá cree que podemos ser otra cosa.
- ¡Lo sé! Y no quiero que terg