Eva daba el último vistazo a la casa que fue suya por más de 3 años, sentía un nudo en la garganta, pero sabía que era la decisión correcta, sabía que lo que estaba haciendo lo estaba haciendo con el corazón.
Por un momento sintió que, la escena le resultaba muy familiar, todo parecía recordarle a cuando ella viajó de Boston a México debido a la enfermedad de Sara.
Hoy que iba de regreso, no iba sola, esta vez las cosas eran diferentes, esta vez, ella llevaba de la mano a su pequeño Augusto, y en la otra mano, alguien la sujetaba con fuerza. De momentos, no se atrevía a voltear a verlo, temía que todo fuera un espejismo, algo que su cabeza solo estuviera imaginando.
Aquello fue descartado cuando el hombre que tomaba su mano habló:
- ¿Todo bien? -dijo Alejandro con una calma evidente.
- ¡Sí! ¡Todo bien!
- Entonces, vamos para el aeropuerto…
Desde aquella noche, en donde ambos de un momento a otro, decidieron poner fin a la barrera que existía entre los dos y aceptaron que se necesitaban