Eva y Augusto llegaron a casa después de un largo día de escuela y trabajo. La joven mujer hacía la cena cuando la llamada de Alejandro entró. Para la gran sorpresa de la mujer, Augusto corrió hacia la Tablet que tenía y contestó.
- ¡PAPITO! —gritó el niño emocionado.
- ¡Hola, Augusto! ¿Cómo estás?
- Bien, bien, hoy tuve muchas cosas que hacer en la escuela. ¡Oye! Mi mamá dice que puedes venirte a vivir con nosotros. ¿Cuándo te vienes a vivir aquí?
Aquella declaración tomó por sorpresa tanto a Alejandro como a Eva, ya que según la conversación que recordaba la mujer, jamás dijo que ella pedía que él viviera con ellos.
- ¿Cómo? ¿A qué te refieres?
- Sí, papá, hoy cuando íbamos a la escuela, mi mamá dijo que, si querías, podías vivir con nosotros, así que, dime, ¿cuándo te vienes a vivir a nuestra casa? -dijo Augusto con total franqueza.
Alejandro sabía que aquellas palabras no podían haber salido de la boca de Eva, ya que él entendía que, si bien, las cosas se iban dando poco a poco, E