Merina respiraba agitadamente, tenía sus mejillas hinchadas de rubor. Rodó la mirada a su alrededor, había varios estudiantes observando lo que ahora era una escena.
—Ah… no, esto es un malentendido —le dijo a Mariana—. Valentina me intentó faltar el respeto nada más porque le pedí que se dirigiera a su salón. No es horario para estar por fuera, estamos en clases.
—¿Y por eso te crees con el derecho de golpearla? —cuestionó Mariana.
—No la iba a golpear, por favor, Mariana, sabes que yo no soy capaz de semejante cosa —soltó Merina indignada y con tono dolido—. En todo caso, ¿qué haces aquí? Deberías estar en clases con ella.
—Me ibas a golpear —intervino Valentina con tono alto, para que los que estaban a su alrededor escucharan—. Me llamaste m*****a pobretona de quinta. Supongo que para ti yo no soy nadie nada más porque estudio aquí por una beca.
Merina echó una rápida mirada a su alrededor, algunos estudiantes estaban grabando lo que pasaba.
—Valentina, por favor, no tienes que crea