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La noche cubría la ciudad con un manto oscuro salpicado de luces dispersas. Valentina caminaba lentamente hacia su casa, envuelta en el abrigo que apenas lograba protegerla del frío cortante. Había pasado las últimas horas conversando con Marko, y aunque sus palabras le habían brindado algo de consuelo, su mente seguía atrapada en los recuerdos de un pasado que se negaba a morir. Al doblar la esquina, su corazón se detuvo por un instante. Frente a su casa, un auto negro estaba aparcado bajo la tenue luz de un farol parpadeante.