28. Provocación
Emilia Díaz
Disfruté mi ceremonia de graduación con gran felicidad. Cada aplauso, cada felicitación, cada sonrisa compartida con mis seres queridos se grababa en mi memoria como un instante precioso. Me tomé muchas fotografías, primero con mi padre y su familia, abrazándolos con fuerza. Pero, sobre todo, me aseguré de capturar momentos con Álvaro.
Cada imagen con él era un tesoro, un recuerdo imborrable que llevaría conmigo para siempre. En algunas fotos me sostenía por la cintura, en otras me besaba la frente o entrelazaba nuestros dedos con ternura. Había amor en su mirada, y yo lo sentía en lo más profundo de mi ser.
Cuando la ceremonia terminó, nos preparamos para ir a comer junto con la familia de Gabriela. Iba de la mano de Álvaro, riéndome de algo que me susurró al oído, cuando sentí que su agarre se tensaba de repente.
Supe al instante que algo no estaba bien.
Su postura se rigidizó, sus labios se apretaron en una fina línea y su mirada se oscureció con una mezcla de alerta y