Después de darse cuenta de que ya estaba bastante lejos de la pareja, Denise se llevó la mano a la cabeza. No podía ser real.
Primero, Alice le había dicho aquello, que ya la había dejado completamente confundida, y ahora esta pareja, apareciendo de la nada y diciéndole aquellas cosas sin saber de su vida.
Ella decidió continuar su camino, ya que no quería regresar y encontrarlos nuevamente. Tomando la senda hacia el río, encontró el árbol de carambolas lleno de frutos, tal como había imaginado. Ese lugar le traía nostalgia. Denise se sentó bajo el árbol y, mientras se deleitaba con la fruta, observaba el agua cristalina del río que fluía lentamente. Deseaba que sus problemas se fueran con aquella corriente, tal vez así podría seguir adelante y volver a vivir su vida con normalidad.
Ya casi era la hora del almuerzo cuando miró el río y notó que el agua estaba muy tentadora. El calor del mediodía era intenso, y quizás un buen baño en aquellas aguas cristalinas le haría bien. Entonces,