Al oír el pedido de la mujer, él se levantó rápidamente y caminó hacia ella.
— ¡Eso no! — respondió con firmeza.
— Dijiste que harías cualquier cosa — ella lo encaró.
— ¡Jamás imaginaría que me pedirías algo tan absurdo!
— Por favor, necesito mirarla a los ojos, Saulo — le tomó la mano.
— ¿Por qué quieres hacer eso? Y más ahora que ya estás mejor… ¿Por qué habría de llevarte al lugar que tanto daño te hizo y dejarte ver a esa mujer que solo nos causó dolor y sufrimiento?
— Precisamente por eso, ¿entiendes? Quiero que ella vea que, a pesar de todo lo que nos hizo, fracasó. Estoy segura de que ella me recuerda con una expresión desesperada y abatida. No puedo permitir que se sienta victoriosa, aunque esté en ese lugar.
— Morena, ¿no escuchaste a Francisco y a Dalva? Nos dijeron que dejáramos el pasado atrás y miráramos hacia adelante.
— No se puede dejar el pasado atrás cuando aún hay algo pendiente por resolver.
— Morena… — Saulo se acercó a su amada, acariciando su rostro. — Pídeme cu