George notó que su hijo volvía a estar serio.
— ¿Crees que es una buena idea? — preguntó con expresión preocupada.
— No, no lo creo. Pienso que volver allá es un absurdo, pero debo apoyar a mi futura esposa. Quiero que esté bien, y si estar bien significa ir hasta allá, la apoyaré, sin importar lo que yo piense o no.
— Tienes razón. Pero no te preocupes tanto, Betty ya no puede hacerle nada.
— ¿De verdad cree eso? Hay gente que, con solo existir, ya le hace mal a los demás, papá — lo corrigió.
— Lo sé, pero también sé que estando tú a su lado, nada malo puede pasarle. A veces me siento culpable, hijo… si no fuera por mi problema, no habrías tenido que alejarte de ella — lamentó el hombre.
— Vamos a dejar eso. Los únicos culpables en esta historia están todos en prisión. Me alivia saber que Adam y Harry también fueron arrestados y están pagando por lo que hicieron.
— Pero… —Intentó decir el hombre.
— Deja de pensar en eso — lo interrumpió. — No podemos hacernos responsables por los err