Capítulo 23.
Alena jadea impresionada y alterada por la sorpresa de lo que acaba de suceder pero…
Las paredes que la rodean no son las de la oficina son las de su propia habitación.
Ella comienza a tocar su cuerpo y no está desnuda.
Utiliza una pequeña bata de seda y a su lado se encuentra Randolf completamente dormido y cubierto solamente por un pequeño y diminuto short que apenas y cubre su hombría. Sin embargo ella cierra los labios.
El deseo y la sensación de ser amada por él sigue corriendo por sus venas.
Su excitación era real.
Su necesidad de él era completamente legítima.
A pesar de saber lo que sabía, de su orientación, su mente no lo volvía imposible para ella.
Se le queda mirando, debatiendo en cuál debería ser el próximo movimiento.
La mano de Alena pica y comienza a sentir una especie de quemazón al mismo tiempo que el instinto de su loba le grita…
~ Bésalo... Tócalo… Acércate… comámoslo entre las dos~ La voz de su loba resuena en su cabeza.
Sin embargo ella baja el rostro sólo unos