Vasil tomó las manos de su alma gemela y mirándola a los ojos le dijo:
— Iré hasta allá, podrás ver y escuchar todo desde aquí, prefiero que te quedes dentro del auto, aquí estarás segura, si algo te incomoda solo sal de mi cabeza.
— Está bien — Contestó Helena asintiendo con la mirada.
Vasil caminó hasta el lugar en donde estaba el auto volcado, el sitio estaba delimitado con una cinta amarilla y uniformados iban y venían. Había nerviosismo, los comentarios y las impresiones del personal especializado suponían que la fiera estaba fuera de control y que en realidad era necesario realizar una búsqueda y cazar aquel animal que cada día atacaba sin piedad.
— Señor, deténgase, el paso está restringido solo para el personal de investigaciones — Le detuvo un policía levantando la mano.
V