Pov Leina
—¿Tt… Thorin?— pregunté nerviosa; mi pecho subía y bajaba por mi respiración acelerada.
No podía equivocarme, las insinuaciones de Bastian, de la misma sacerdotisa, y sus ojos siempre rondando cada vez que estaba con Bastian en mi celo.
No estoy equivocada; eso quiere decir que lo que pensé aquel día… Miré de nuevo al Lycan frente a mí, que esperaba paciente, con sus orejas moviéndose de vez en cuando a los sonidos de nuestro alrededor.
Ava no dijo nada, pero se relajó relativamente al saber que él es su compañero.
«Oye, Ava, creo que le dijiste a tu propio compañero en su cara que era un monstruo despiadado, sanguinario, sin corazón y muy cruel».
«Y a eso súmale que lo lancé a un pozo lleno de gusanos horribles», se quejó ella, mirando para otro lado.
Me levanté con cuidado y, a los segundos, ya tenía aquella enorme presencia justo frente a mí, haciéndome tambalear. Parece que solo quería ver si estaba bien.
No lo estaba del todo; me sentía muy débil, pero no podía decir lo