Pov Leina
No era fácil para nada alejarse mientras la pelea me caía constantemente encima. Mi vestido estaba hecho jirones por arrastrarme tratando de esquivar a las dos enormes bestias que luchaban a muerte.
—Ahhh…— grité cuando vi pasar aquellas garras oscuras a centímetros de mi cuerpo, y no eran las del Lycan precisamente.
No sé si estaba alucinando o si estaba perdiendo la cabeza, pero juraría que el Lycan trataba de alejarlo de mí.
Aunque la respuesta a eso era obvia: él me quería atrapar primero.
Logré deslizarme hasta la zona despejada de las casitas, me levanté y corrí con las fuerzas que tenía en ese momento.
Más atrás, el poderoso desastre de los cuerpos chocando contra las casas, persiguiéndome.
Allí estaba el pantano; sombras pasaban sobre mi cabeza, y la luz de la luna era interrumpida por unos grandes murciélagos que ahora reconozco: son los del inmenso bosque.
Dejé el control a Ava; por mucho, era más rápida y no había alternativa.
Cuando sus patas tocaron la