Capítulo 63: La ira de la bestia.
Ragnar avanzaba, y el mundo cedía ante él. El bosque se inclinaba a su paso como una reverencia…
Su figura no era solo grande, era una fuerza de la naturaleza, un espectro de sombra y poder que hacía temblar hasta las raíces de los robles. El último rey verdadero de todas las manadas. Su pelaje, negro como el vacío entre las estrellas, absorbía la luz del sol, devolviéndola en destellos azabache que helaban la sangre. No corría. No necesitaba hacerlo.
El bosque lo conocía. Los árboles susurraban su nombre con cada crujido de ramas, el viento llevaba el eco de sus pisadas como un rumor sagrado. Él no perseguía al traidor. A aquel que había quebrado a su reina hasta no dejar nada…
Él lo convocaba hacia su final.
Draven y los suyos sintieron el llamado antes de verlo.
No hubo motores, ni armas, ni órdenes gritadas. Solo el instinto, ese hilo ancestral que unía a los suyos. Uno a uno, cayeron en cuatro patas, sus lomos erizados, sus gargantas emitiendo gemidos involuntarios. Era él.
El Re