Anthony Crown, el heredero de uno de los más grandes clanes criminales, es un hombre envuelto en misterio y poder. Su mirada intensa y su presencia dominante atraen a Génesis Blackwood, su socia tanto en los negocios como en el crimen desde el primer momento en que se cruzaron. Sin embargo, ambos saben que una relación entre ellos podría ser su perdición. El mundo criminal no perdona la debilidad, y el amor es una debilidad peligrosa. Cuando se fijan un objetivo, no hay marcha atrás. A pesar de sus esfuerzos por resistirse, la atracción entre Génesis y Anthony es ineludible. La tensión sexual es palpable, pero también lo es la amenaza que se cierne sobre ellos. Justo cuando parecen estar cediendo a la pasión, una tormenta se desata, entorpeciendo sus caminos y deseos. Las mentiras amenazan con destruir todo lo que han construido. La traición se mezcla con el deseo, y el amor se convierte en la joya más preciada. ¿Podrán Génesis y Anthony encontrar la verdad en medio de la oscuridad, o sus corazones serán las víctimas finales de esta peligrosa partida? Descúbrelo en esta apasionante historia donde la venganza, la traición y la pasión se entrelazan como hilos de plata en una joya prohibida.
Ler maisTres años después... En un sitio alejado del resto del mundo, con inexistente contacto con el mundo y la privacidad suficiente para hacerlo tener paz y tranquilidad por fin, luego de interminables meses llenos de trabajo, se encontraba Génesis sentada en una roca, mientras veía la cascada frente a sus ojos. La camisa seca cubría su cuerpo, brindando un poco de calor luego de haber estado durante varios minutos dentro del agua, algo que ahora solo se dedicaba a ver, pues logró que esa atención de sus hijos se fuera con su padre. Por lo que ver a Anthony ocupado, tratando de seguirle el paso a dos terremotos era motivo para ser espectadora. Linneth por lo visto se dedicaba a crear desafíos para poner a prueba la respuesta de su padre, quien debía lograr distraerla con alguna otra cosa, pues lograba que este no le quitara los ojos de encima en ningún momento. Linneth a sus 3 años era una niña con una energía contagiosa y una curiosidad insaciable. Todo lo que quería saber lo pregun
La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las cortinas de la habitación, iluminando el rostro de Génesis. Ella arrugó la cara, buscando a su lado ese torso que siempre la acompañaba por las mañanas, aunque en ese momento no lo encontró. Abrió los ojos rápidamente, notando que no se encontraba en la habitación, las cortinas se habían abierto ligeramente y el móvil estaba en la mesita de noche, por lo que no salió por trabajo. Sacudió su cabello yendo directamente a la habitación donde estaba convencida que lo hallaría. Y no se equivocó. Ahí se encontraba su esposo con la bebé en su brazo, mientras con la otra mano sostenía el biberón de su hijo. Tenía solo dos meses y medio y ya lo hacían maniobrar para darles atención a ambos. —Braulio tenía hambre y Linneth no quería su biberón, pero tampoco en su cuna. —exhaló. —Solo así se calmaron ambos. —¿Dónde quedó el “Aquí no estamos para complacer a nadie"? —se rió de él al verlo no descuidar a ninguno, después que a solo dí
—Los rumores plantean una reunión con el señor Pembroke. ¿Retoma una amistad con él, luego de los incidentes que tuvieron? Porque es el menor de los rumores que rondan por ahí —comentó el periodista, dirigiéndose a la mujer de vestido marrón y vientre abultado. Las cámaras enfocaron su sonrisa, mientras su esposo se mostraba indiferente hacia la pregunta.Aunque sólo Génesis podía saber cuánto le molestaba que ese apellido volviera a mencionarse.—Te seré sincera —respondió con humor—. Ni siquiera tenía conocimiento de que el señor Ever Pembroke se encontraba en ese sitio. Fue una desafortunada casualidad.El periodista colocó las tarjetas sobre la mesa, buscando provocar una reacción.—Él afirmó que podría haber una bonita amistad entre ustedes. ¿Qué opina usted sobre eso, señor Crown?El periodista sabía que podía obtener una buena entrevista si hacía preguntas al hombre que tachaban de celoso extremo.—No me conciernen en absoluto las afirmaciones que haga Pembroke —dijo Anthony, c
Las semanas se fueron convirtiendo en meses llenos de nuevos retos para una mujer embarazada con cambios en la sensibilidad de su cuerpo. Cambios que también podía percibir su esposo, quien con ciertas molestias no podía tolerar los aromas que nadie más sentía tan fuertes, pero al ver su semblante no tenían más alternativa que alejar la fuente de su molestia. Si los Crown eran estrictos para el cuidado de Génesis, incrementaron luego de saber que eran dos y no uno; para los Blackwood eso no cambió. Mörder se dispusieron específicamente para brindar la protección de los herederos de dos legados. Bastian jamás creyó que algo lo volvería a emocionar como la llegada de sus hijos. Su corazón no era algo dejara libres las emociones pocas vistas por alguien fuera de su familia. Samara celebró por medio del teléfono cuando la noticia llegó a sus oídos. Para Evelyn no fue diferente. Ella y su hija decidieron viajar y los días que estuvieron con Génesis en New York, los regalos no faltaron.
Génesis caminó con rapidez desde que el avión abrió sus puertas. El tiempo no le era suficiente, pues era la única dama de honor que faltaba y no podía fallar. Tenía solo media hora para llegar a la mansión Crown, vestirse y estar en la iglesia. Sentía que algo se le olvidaba cuando descendió. El clima fresco golpeó su cara dándole un respiro, aunque no era suficiente. Aún esa presión no se iba. —Más despacio, Florence —la detuvo su esposo, esperándola cuando la vio tan agitada. Con su esmoquin le robó un suspiro desde el primer segundo que lo vio. Su figura imponente destacando entre todos los hombres presentes. Con esa mirada llena de luz, pero inundada de soberbia, la sostuvo de la barbilla. La Emperatriz que había frenado de golpe sintió que levitaba por tenerlo tan cerca, entendiendo lo que quería decirle cuando este le mostró una botella con agua. Eso era. Había olvidado la prenatal de ese día. Bajó los hombros y se rió. ¿Cómo lo sabía? Adivino claramente no era, pero siempre
—¿Qué pasa? ¿Sucede algo con el bebé? —preguntó una asustada Génesis, mientras sus ojos se movían frenéticamente, tratando de descifrar lo que ocurría. La falta de respuestas la tenían con las venas pulsando descontroladas. El médico, con el ceño fruncido, apartó el doppler y llamó a su enfermera. El silencio en la sala era ensordecedor, cada segundo se sentía como una eternidad. Anthony comenzaba a desesperarse y eso era algo que no podían permitir de ningún modo. El ángel de la muerte no es lo que Génesis quería ver, aunque si lograba hacer hablar al médico no lo iba a detener. —No es nada malo. El tratamiento usado fue un gran éxito. De eso no cabe duda. —dijo éste, mientras pedía el cambio del aparato. Anthony, con el corazón latiendo desbocado, no entendía nada. Génesis aún menos. —Hable de una vez. No le dé largas al asunto. —espetó Anthony, su voz cargada de impaciencia y temor. El doctor sintió que en cualquier momento acabaría con su vida. Aunque era peor dar datos sin e
Último capítulo