En ese momento, yo ya estaba en otro país, uno completamente desconocido para mí, empezando una nueva vida.
Antes de quedar embarazada, estudiaba Psicología Educativa, y cuando llegué aquí, decidí retomar la carrera que había dejado en el olvido por dedicarme a la familia.
Solo cuando estaba en el campus universitario sentía que había vuelto a esa etapa de hace cinco años.
En ese entonces, no conocía a Bruno, el líder de la mafia. Tampoco había tenido a Gael.
Solo me preocupaba por mí misma, tenía muy buenas calificaciones y la libertad de hacer lo que quisiera.
En este nuevo entorno libre y tranquilo, poco a poco superé el pasado y terminé convirtiéndome en psicóloga infantil, trabajando en este país que ahora era mi hogar.
Formé una nueva familia: con un esposo que me amaba con el alma y una bella hija de tres años.
Creí que había cerrado ese triste capítulo de mi vida para siempre. Pero, contra todo pronóstico, cinco años después me encontré de nuevo con Bruno y Gael.
Una colega me