Nadina
Una semana, había pasado una semana completa y Eros no se presentaba, pero si llamaba, nunca lo había hecho tanto. —suspiré—. Aún faltaba mucho, de hecho, faltaba demasiado para que ponerme en el lugar que yo quiero, y espero lo haga pronto. —acaricié mi abultada barriga, porque estos bebés crecían de manera rápida. En un mes era la ecografía para saber el sexo.
Mi madre y Virginia no dejan de consentirme, andaban tan emocionadas con llevar a Eros al límite hasta el punto de considerar contratar a un prostituto. Sí, vamos a contratar a un enamorado ficticio, con el que saldré un par de veces, pero solo los días en que él esté. Si llegaba a aparecer y con la inauguración en tres semanas de su clínica, no creo que lo vaya a hacer. Por eso el plan continuará.
De mi parte no lo había llamado, preferí morderme los dedos antes de pulsar, llamar a su número y pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi taller de pintura. —Así el olor de la trementina genere un malestar. Miré a un