Capítulo 43. Un Amanecer de Confesiones: Valentina.
La luna había cedido su lugar a un sol tímido que comenzaba a asomarse sobre las montañas, tiñendo el cielo de naranjas y rosas. Después de una noche de insomnio, con las palabras de Alejandro y Juan José resonando en mi cabeza, la idea de la caminata con Juan José se presentó como la única forma de encontrar algo de claridad. Racionalmente, sabía que él era la opción más sensata. Me ofrecía estabilidad, comprensión y, lo más importante, una relación sin sombras ni complicaciones impuestas por terceros.
Me encontré con Juan José en la entrada de la hacienda. Vestía ropa deportiva, y su sonrisa, aunque un poco más tenue que la de la noche anterior, irradiaba una calma contagiosa. Sus ojos azules me miraron con una amabilidad que me hizo sentir un poco más ligera.
- Buenos días, Valentina —dijo, ofreciéndome una botella de agua—. ¿Lista para explorar un poco?
- Buenos días, Juan José —respondí, aceptando el agua—. Lista. Necesito despejarme.
Comenzamos a caminar por uno de los senderos