Capítulo 25. Un puente de duda: Valentina.
La habitación seguía sumida en el silencio. El calor de la piel de Alejandro aún quemaba la mía, y el eco de su promesa, de su propuesta imposible, resonaba en mi cabeza. Estaba tumbada en la cama, el cuerpo exhausto, la mente un torbellino. ¿Amante? ¿Yo, la amante de un hombre comprometido, de un De La Espriella? La idea era tan descabellada como seductora.
Mi celular volvió a vibrar, insistente. Mónica. Su nombre en la pantalla me trajo de golpe a la realidad. ¿Qué querría a esta hora, la noche antes del compromiso de Alejandro? Con un suspiro, deslicé el dedo y contesté.
- ¿Hola? —Mi voz sonó más ronca de lo que esperaba.
- Valentina, ¿estás despierta? Siento la hora, pero es una emergencia -.
La voz de Mónica sonaba tensa, casi quebradiza, muy diferente a su habitual compostura. Eso me alertó.
- Sí, estoy despierta. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
- No… no del todo. Es mi abuela -.
Mi corazón dio un salto. ¿Su abuela?
- ¿Tu abuela? ¿Qué le pasó? —pregunté, un matiz de preocupación genuina