020.

Florencio caminaba por el despacho presidencial como un animal enjaulado.

Había empezado a sospechar. Había recibido informes cruzados. Rumores. Fotografías. Videos.

Uno de ellos mostraba a Mar caminando por la costa en dirección al galpón abandonado.

Otro, a Elio entrando por la noche.

Y luego, rastros. Pelos. Garras. Marcas de apareamiento.

Todo sugería algo.

Algo que él no quería ver.

Pero que, en el fondo, ya sabía.

—Los estoy rodeando a todos —murmuró.

Y el deseo que alguna vez sintió por Selene se volvió, por un segundo, odio.

🌑 🌊 🐾

Esa noche, Mar volvió al galpón.

Elio la esperaba desnudo, de espaldas, apoyado en una columna.

—Tenés olor a Selene —dijo sin mirarla.

—Estuve con ella.

—¿La tocaste?

—Sí.

—¿Y te rechazó?

—Me arañó.

Elio se giró. Sus ojos eran brasas.

—¿Y te gustó?

Mar no respondió.

—Sos una pequeña degenerada, ¿sabías?

—Ella también.

—No. Ella es un peligro. Y por eso la deseás.

Elio caminó hacia ella. La olió. Le metió los dedos entre las piernas.

—Estás húmeda
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