Elena llegó al café cinco minutos antes de la hora acordada. El clima parecía imitar su ánimo, nublado, silencioso, con un dejo de nostalgia suspendida en el aire.
Kael ya estaba allí, sentado junto a la ventana, removiendo su café con la cucharilla sin realmente prestar atención.
—Llegas puntual —dijo él con una sonrisa suave.
—Lo necesitaba, aire, conversar… no pensar demasiado.--- respondió Elena
Kael asintió, invitándola a sentarse, el camarero se acercó de inmediato, como si hubiera sido alertado de antemano.
—¿Cómo estás, Elena?,--- preguntó Kael
La pregunta parecía sencilla, pero no lo era.
—Sigo de pie —respondió ella, mirando su taza como si dentro hubiera respuestas.
—Te ves… diferente.--- dijo Kael
—¿Mal?,--- preguntó Elena
—No, más bien… más tú, aunque con un cansancio que no mereces.--- respondió kael
Kael tenía esa capacidad de ver lo que otros no querían mirar. Elena lo apreciaba por eso, por esa calma con la que sabía preguntar sin presionar, estar sin invadir. Él