Yvi
No duermo.
No respiro más.
Soy un abismo. Una falla. Una onda lista para estallar bajo la menor presión.
El aire está viciado, tenso, suspendido a un nombre. Aleksandr.
Él está en todas partes.
En cada sombra. En cada latido de corazón demasiado rápido.
En las paredes de esta habitación. En los reflejos oscuros de la noche.
En el silencio pesado que ni siquiera Kael rompe ya.
En los gestos bruscos de Soren, en las profundas ojeras de Lyam.
Por todas partes. Incluso donde creía que ya no existiría.
Me siento al borde de la cama, descalza sobre el suelo helado.
El frío me atraviesa, muerde mis huesos.
Mis dedos de los pies se contraen, mi aliento tiembla.
Mis manos... me traicionan.
Tiemblo. Débilmente, pero lo suficiente para sentirlo en todo mi cuerpo.
Las froto con rabia. Como si pudiera raspar su presencia.
Como si pudiera borrar lo que ha tatuado en mi carne.
Recuerdos regresan a mí.
Su voz. Su mirada.
El silencio justo después de sus palabras.
El vacío, inmenso, que deja atrás