Yvi
La noche se prolonga en un torbellino de susurros y miradas fijas en mí. La sala se ha transformado en un baile macabro. Vampiros bailan, copas llenas de sangre circulan, y la música es de una lentitud sensual que hiela la sangre.
Aleksandr no me suelta. Su mano posesiva abraza mi cintura, su mirada quema sobre mi piel. Cada vez que un vampiro se acerca demasiado, gruñe con un tono tan gutural que siento que la sala entera se tensa.
— No te alejes nunca a más de un metro de mí esta noche, ordena en un susurro rasposo. Los retengo todavía... Pero su sed es antigua. Sienten lo que eres. Lo que podrías llegar a ser.
— ¿Y qué soy? Mi voz tiembla.
Sus ojos oscuros se anclan en los míos.
— Su pérdida. Su obsesión. Su salvación.
Me estremezco. Tengo la sensación de estar al borde de un abismo, incapaz de retroceder o avanzar.
Aleksandr
Ella aún no lo sabe, pero es más que una compañera. Esta magia antigua en ella, la siento en cada respiración que toma. Es la sombra y la luz, el fin y el