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Capítulo 9– El Abandono

Ivy

Ardo.

Su presencia me oprime, me envuelve, me consume.

Lyam, Kael, Soren.

Tres sombras a mi alrededor, tres fuerzas que me retienen, me atraen, ya me poseen sin necesidad de tocarme.

O quizás eso es, precisamente, lo peor.

Su control.

El poder que tienen sobre mí.

El escalofrío que recorre mi cuerpo cuando Lyam roza mi mejilla con la yema de sus dedos.

Cuando Kael susurra en mi oído, su voz un veneno dulce.

Cuando Soren me mira como si ya supiera lo que va a suceder.

Como si siempre lo hubiera sabido.

Y yo…

Yo me ahogo.

— Ivy…

Lyam pronuncia mi nombre con esa gravedad que hace vibrar cada nervio de mi cuerpo.

Quiere una respuesta.

Quiere que ceda.

Que diga en voz alta lo que mi cuerpo ya grita.

Pero no puedo.

Si hablo, caigo.

Si caigo… no habrá vuelta atrás.

— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando sus dedos a lo largo de mi brazo.

Tiemblo violentamente.

Es una tortura exquisita, un descenso hacia algo que ya no controlo.

Algo prohibido.

Algo inevitable.

---

Kael

Ella tiembla.

Lucha.

Pero es tan hermosa así, perdida entre el deseo y el miedo, entre la razón y el abandono.

Deslizo mis dedos bajo su mentón, elevando su rostro hacia mí.

Su aliento es corto.

Sus pupilas dilatadas.

— Mírame, susurro.

Ella obedece.

Y lo veo.

Esa chispa, esa ruptura, esa necesidad cruda que intenta negar.

Pero ya no puede.

Así que me inclino, mis labios apenas rozando los suyos, un suplicio, una provocación.

— Lo sientes, ¿verdad?

Su cuerpo responde antes que ella.

Ella vacila, sus dedos se cierran sobre mi camisa.

Y sonrío.

Porque es nuestra.

---

Soren

No necesito palabras.

Nunca las he necesitado.

Todo se juega aquí, en este silencio pesado de tensión.

En la manera en que se abre a nosotros.

En cómo cede, poco a poco.

Me acerco, lentamente, hasta sentir el calor de su cuerpo contra el mío.

Ella tiembla.

— Déjate llevar, Ivy.

Mi voz es baja, áspera.

Una orden. Una oración.

Sus párpados se cierran un instante.

Se muerde el labio, perdida, dudosa.

Luego Lyam coloca una mano sobre su cadera.

Kael roza su clavícula con los labios.

Y ella suelta.

---

Lyam

El momento en que cede es una onda de choque.

Un suspiro, un escalofrío, un abandono total.

Su cabeza se inclina hacia atrás, un suspiro escapa de sus labios entreabiertos.

La agarro por la cintura, la atraigo hacia mí.

Mi mano recorre su nuca, mis labios rozan su piel.

Está ardiente.

Incandescente.

Y solo nosotros podemos apagarla.

— Eres nuestra, Ivy.

Sus dedos se aferran a mis hombros.

Está perdida.

Y sin embargo, ya no huye.

Se ofrece.

Completamente.

Ivy

Pierdo el equilibrio.

El suelo ya no existe, la realidad se desvanece.

Solo quedan sus cuerpos alrededor del mío, sus alientos contra mi piel, sus murmullos que me consumen.

Lyam. Kael. Soren.

Tres almas entrelazadas con la mía, tres presencias que me devoran sin siquiera tocarme realmente.

Y, sin embargo, ardo.

— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando su mano por mi cadera.

Un escalofrío violento me atraviesa.

No puedo.

Si hablo, les doy todo.

Pero, ¿acaso no lo estoy haciendo ya?

Mi piel se electriza bajo sus caricias apenas esbozadas, mi aliento se vuelve errático.

Quiero resistirles.

Pero cuanto más se acercan, más me pierdo.

---

Kael

Ella está atrapada entre nosotros, su pecho se eleva a un ritmo frenético.

Aún lucha.

Pero su cuerpo ya ha elegido.

Dejo que mis dedos rocen su nuca, sintiendo la carne temblar bajo mi toque.

Luego bajo lentamente, trazando un camino invisible hasta el interior de su muñeca.

Sus venas palpitan bajo mi palma.

— Mírame.

Su respiración se acelera.

Está atrapada en este momento, suspendida entre el deseo y lo prohibido.

Podría llevarla al límite.

Pero quiero que caiga por sí misma.

Que entienda que no hay escapatoria.

Que ya no lo quiere.

---

Lyam

Es sublime.

Perdida, desgarrada, terriblemente vulnerable.

Pero no es el miedo lo que brilla en sus ojos.

Es otra cosa.

Un destello que reconozco demasiado bien.

Deslizo mi mano sobre su mejilla, elevando su rostro hacia mí.

— Ivy…

Ella tiembla.

Me acerco lentamente, rozando sus labios sin realmente tomarlos.

Una tortura exquisita.

Quiero verla ceder.

Quiero sentirla derretirse entre nuestras manos.

Y cuando su aliento golpea mi piel, tembloroso, sé que está lista.

---

Soren

Ella aún intenta convencerse de que puede rechazarnos.

Pero sabe.

Nosotros sabemos.

Su cuerpo habla por ella, sus escalofríos delatan lo que no se atreve a confesar.

Me acerco, mi mirada anclada en la suya.

Ella retiene el aliento.

Luego, lentamente, deslizo mis dedos a lo largo de su brazo, trazando una línea invisible hasta su mano.

Ella no retrocede.

Ya no resiste.

Ya me pertenece.

Nos pertenece.

---

Ivy

Sus caricias son demasiado suaves, demasiado lentas, demasiado precisas.

Me consumen más seguro que una tormenta.

Quiero huir.

Pero también quiero hundirme.

Lyam murmura mi nombre, su voz un brasero contra mi piel.

Kael juega con mis nervios, rozando mi cintura, acariciando mi vientre.

Soren me observa, paciente, implacable.

Están esperando.

Una palabra.

Una confesión.

Entonces, en un susurro, cedo.

— Tómame.

Su dominio se aprieta.

Y sé que nada volverá a ser como antes.

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