Ivy
Ardo.
Su presencia me oprime, me envuelve, me consume.
Lyam, Kael, Soren.
Tres sombras a mi alrededor, tres fuerzas que me retienen, me atraen, ya me poseen sin necesidad de tocarme.
O quizás eso es, precisamente, lo peor.
Su control.
El poder que tienen sobre mí.
El escalofrío que recorre mi cuerpo cuando Lyam roza mi mejilla con la yema de sus dedos.
Cuando Kael susurra en mi oído, su voz un veneno dulce.
Cuando Soren me mira como si ya supiera lo que va a suceder.
Como si siempre lo hubiera sabido.
Y yo…
Yo me ahogo.
— Ivy…
Lyam pronuncia mi nombre con esa gravedad que hace vibrar cada nervio de mi cuerpo.
Quiere una respuesta.
Quiere que ceda.
Que diga en voz alta lo que mi cuerpo ya grita.
Pero no puedo.
Si hablo, caigo.
Si caigo… no habrá vuelta atrás.
— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando sus dedos a lo largo de mi brazo.
Tiemblo violentamente.
Es una tortura exquisita, un descenso hacia algo que ya no controlo.
Algo prohibido.
Algo inevitable.
---
Kael
Ella tiembla.
Lucha.
Pero es tan hermosa así, perdida entre el deseo y el miedo, entre la razón y el abandono.
Deslizo mis dedos bajo su mentón, elevando su rostro hacia mí.
Su aliento es corto.
Sus pupilas dilatadas.
— Mírame, susurro.
Ella obedece.
Y lo veo.
Esa chispa, esa ruptura, esa necesidad cruda que intenta negar.
Pero ya no puede.
Así que me inclino, mis labios apenas rozando los suyos, un suplicio, una provocación.
— Lo sientes, ¿verdad?
Su cuerpo responde antes que ella.
Ella vacila, sus dedos se cierran sobre mi camisa.
Y sonrío.
Porque es nuestra.
---
Soren
No necesito palabras.
Nunca las he necesitado.
Todo se juega aquí, en este silencio pesado de tensión.
En la manera en que se abre a nosotros.
En cómo cede, poco a poco.
Me acerco, lentamente, hasta sentir el calor de su cuerpo contra el mío.
Ella tiembla.
— Déjate llevar, Ivy.
Mi voz es baja, áspera.
Una orden. Una oración.
Sus párpados se cierran un instante.
Se muerde el labio, perdida, dudosa.
Luego Lyam coloca una mano sobre su cadera.
Kael roza su clavícula con los labios.
Y ella suelta.
---
Lyam
El momento en que cede es una onda de choque.
Un suspiro, un escalofrío, un abandono total.
Su cabeza se inclina hacia atrás, un suspiro escapa de sus labios entreabiertos.
La agarro por la cintura, la atraigo hacia mí.
Mi mano recorre su nuca, mis labios rozan su piel.
Está ardiente.
Incandescente.
Y solo nosotros podemos apagarla.
— Eres nuestra, Ivy.
Sus dedos se aferran a mis hombros.
Está perdida.
Y sin embargo, ya no huye.
Se ofrece.
Completamente.
Ivy
Pierdo el equilibrio.
El suelo ya no existe, la realidad se desvanece.
Solo quedan sus cuerpos alrededor del mío, sus alientos contra mi piel, sus murmullos que me consumen.
Lyam. Kael. Soren.
Tres almas entrelazadas con la mía, tres presencias que me devoran sin siquiera tocarme realmente.
Y, sin embargo, ardo.
— Dilo, Ivy, susurra Kael deslizando su mano por mi cadera.
Un escalofrío violento me atraviesa.
No puedo.
Si hablo, les doy todo.
Pero, ¿acaso no lo estoy haciendo ya?
Mi piel se electriza bajo sus caricias apenas esbozadas, mi aliento se vuelve errático.
Quiero resistirles.
Pero cuanto más se acercan, más me pierdo.
---
Kael
Ella está atrapada entre nosotros, su pecho se eleva a un ritmo frenético.
Aún lucha.
Pero su cuerpo ya ha elegido.
Dejo que mis dedos rocen su nuca, sintiendo la carne temblar bajo mi toque.
Luego bajo lentamente, trazando un camino invisible hasta el interior de su muñeca.
Sus venas palpitan bajo mi palma.
— Mírame.
Su respiración se acelera.
Está atrapada en este momento, suspendida entre el deseo y lo prohibido.
Podría llevarla al límite.
Pero quiero que caiga por sí misma.
Que entienda que no hay escapatoria.
Que ya no lo quiere.
---
Lyam
Es sublime.
Perdida, desgarrada, terriblemente vulnerable.
Pero no es el miedo lo que brilla en sus ojos.
Es otra cosa.
Un destello que reconozco demasiado bien.
Deslizo mi mano sobre su mejilla, elevando su rostro hacia mí.
— Ivy…
Ella tiembla.
Me acerco lentamente, rozando sus labios sin realmente tomarlos.
Una tortura exquisita.
Quiero verla ceder.
Quiero sentirla derretirse entre nuestras manos.
Y cuando su aliento golpea mi piel, tembloroso, sé que está lista.
---
Soren
Ella aún intenta convencerse de que puede rechazarnos.
Pero sabe.
Nosotros sabemos.
Su cuerpo habla por ella, sus escalofríos delatan lo que no se atreve a confesar.
Me acerco, mi mirada anclada en la suya.
Ella retiene el aliento.
Luego, lentamente, deslizo mis dedos a lo largo de su brazo, trazando una línea invisible hasta su mano.
Ella no retrocede.
Ya no resiste.
Ya me pertenece.
Nos pertenece.
---
Ivy
Sus caricias son demasiado suaves, demasiado lentas, demasiado precisas.
Me consumen más seguro que una tormenta.
Quiero huir.
Pero también quiero hundirme.
Lyam murmura mi nombre, su voz un brasero contra mi piel.
Kael juega con mis nervios, rozando mi cintura, acariciando mi vientre.
Soren me observa, paciente, implacable.
Están esperando.
Una palabra.
Una confesión.
Entonces, en un susurro, cedo.
— Tómame.
Su dominio se aprieta.
Y sé que nada volverá a ser como antes.
IvyEstán por todas partes.Su calor me envuelve, sus alientos deslizan sobre mi piel como una promesa prohibida. Ya no sé dónde termina mi cuerpo y dónde comienzan los suyos.Lyam. Kael. Soren.Un murmullo. Una quemadura. Una posesión.Sus dedos rozan mi piel, su presencia me asedia. Cierro los ojos un instante, creyendo poder retomar el control, pero es un error.Porque solo estoy cayendo más bajo.— Nos perteneces, Ivy, murmura Lyam en mi oído.Mi corazón explota en mi pecho.— Dilo.Su aliento quema mi cuello, sus dedos se cierran sobre mi cadera. Kael traza una línea invisible a lo largo de mi brazo mientras Soren, silencioso, me observa, las pupilas oscuras, ávidas.Están esperando.Una palabra.Una sumisión.Me muerdo el labio. Debería decir que no. Luchar.Pero la verdad es que ya no tengo fuerzas.Me han atrapado y nunca quise escapar.---KaelElla tiembla bajo mis dedos.Su aliento es corto, su piel incandescente.Podría empujarla más. Provocarla, llevarla a ese instante en
---IvyYa no me reconozco.O tal vez sí.Quizás esta fiebre que me consume siempre ha estado ahí, oculta bajo la superficie, simplemente esperando ser despertada.Y ellos la han despertado.Lyam, Kael, Soren.Sus presencias me envuelven, me aprietan, me absorben hacia un punto de no retorno.Debería luchar aún. Oponer un último esfuerzo de resistencia.Pero mis músculos se niegan a moverse. Mi respiración se acelera, incontrolable.— Ivy…La voz de Lyam me llega como un eco distante.Levanto la vista hacia él, atrapada en la intensidad de su mirada.— Déjate llevar.Un escalofrío me recorre.Kael roza mi cadera con la yema de los dedos, juega con la barrera invisible que he intentado erigir entre nosotros.— ¿Por qué te obstinas?Su aliento acaricia mi nuca. Cierro los ojos, incapaz de escapar de esta tensión que aumenta, que se estira entre nosotros como un hilo a punto de romperse.Soren, en silencio, me observa. No necesita hablar. Sus gestos son más elocuentes que cualquier palab
---IvyCaigo.No sé si es hacia ellos o hacia dentro de mí.Todo lo que sé es que ya no puedo luchar. No más.El peso de sus miradas, de sus manos, de sus alientos me clava en el lugar, me consume, me reduce al estado de una criatura febril y hambrienta.Quería resistir. Mostrarles que podía mantener el control.Pero ya no hay control.Solo están ellos.Lyam se acerca, su mirada oscura anclada en la mía.— Dilo, Ivy. Dilo que nos quieres.Mi garganta se cierra. La palabra arde contra mis labios. Pero está ahí. Listo para estallar.Kael desliza sus dedos por mi nuca, subiendo lentamente hasta mi mandíbula.— Deja de luchar… Confiesa.Soren no dice nada. Solo se limita a observarme. Implacable. Silencioso. Pero lo siento. Siento su voluntad pesar sobre la mía, aplastante.Cierro los ojos.Y caigo.— Los quiero…Un suspiro. Un murmullo.Pero es suficiente.---LyamLa palabra cae, frágil, incierta.Y, sin embargo, resuena en mí como una victoria total.Sonrío. Una sonrisa oscura, carnic
IvyNo sé cuánto tiempo he estado caminando.El mundo a mi alrededor ha perdido sus contornos.El bosque se extiende infinitamente, poblado de sombras móviles, de murmullos apenas audibles.El hombre – o la bestia, ya no lo sé – me arrastra en silencio. Su mano envuelve la mía con una fuerza tranquila. Inflexible. Irreal.Debería resistirme. Huir. Gritar.Pero lo sigo.Lo sigo como si toda mi vida no hubiera sido más que un largo camino hacia ese momento.El viento se desliza por mi cabello. El olor de la tierra húmeda, de las hojas muertas, de la sangre seca me revuelven el estómago.Y, sin embargo, mi cuerpo pide más.Más de él. Más de esa presencia que me envuelve, me devora.— ¿A dónde me llevas? susurro.Su voz resuena en la noche.— A casa.Un escalofrío me recorre.— ¿Quién eres… realmente?Se vuelve hacia mí. Su rostro es hermoso. Terriblemente hermoso. Pero inhumano.Su piel parece vibrar con un brillo febril. Sus ojos… esos ojos dorados me consumen.— Somos los que te espera
IvyEl motor ruge mientras el coche se adentra en la larga carretera flanqueada por árboles centenarios. La atmósfera cambia. El aire parece más denso, más cargado.Miro por la ventana, con el corazón a flor de labios.— ¿A dónde vamos? mi voz tiembla.Lyam me lanza una mirada por el retrovisor, con una sonrisa ladeada.— A casa.Kael, a mi derecha, se limita a fijar la vista en el horizonte, con un rictus satisfecho en los labios.— Finalmente verás quiénes somos realmente, Ivy.Soren no dice nada. Su mirada de acero no me deja en paz ni un segundo.El coche se detiene frente a unas inmensas rejas forjadas con el emblema de un lobo.Dos siluetas aparecen de inmediato. Grandes hombres, macizos, que se inclinan en cuanto ven a los trillizos.— Alfas, murmura uno de ellos. Bienvenida a casa.Un escalofrío me recorre.Salimos del coche, yo detrás de ellos, dudosa.Las rejas se abren con un chirrido pesado.Y descubro la extensión de su territorio.Un inmenso dominio se extiende ante mí.
IvyEl sol desciende lentamente, bañando el dominio con una luz dorada. Camino en silencio, entre ellos. Mis piernas todavía tiemblan de esta visita, de esas miradas que se posaban sobre mí como si ya me pertenecieran.Al llegar frente a la inmensa construcción, Kael empuja las pesadas puertas de madera tallada. El interior es aún más impresionante: paredes de piedra clara, candelabros de hierro forjado, pieles de bestias tiradas en el suelo. Todo respira riqueza... y poder.— Ven.Lyam me agarra suavemente de la mano y me lleva al piso de arriba.— Debes ver tu habitación.Mi habitación. Esas palabras resuenan extrañamente.Soren sigue en silencio, su mirada pesada sobre mi nuca.Se detienen frente a una puerta masiva. Kael me sonríe, burlón.— ¿Lista para descubrir tu nuevo mundo, Reina?Trago y asiento con la cabeza.La puerta se abre.Quedo paralizada.La habitación es inmensa. Cortinas oscuras caen de las paredes hasta el suelo. Una ventana da a la selva. Pero es esa cama la que
HiedraLa noche cayó sobre la ciudad. Una noche pesada, densa y casi palpable.Camino entre ellos: Lyam, Kael, Soren. Su presencia me interrumpe, y la multitud que se abre frente a nosotros me abre paso. Docenas, no... cientos de miradas robadas en mí.Todos los lobos. Todos sus súbditos.Elenna y Myra me adornaron como a una reina. El vestido blanco se desliza sobre mi piel, delgado, casi irreal. Mi cabello, suelto, cae en cascada sobre mi espalda.La plaza central es enorme, pavimentada con piedra clara. Un trono esculpido, viejo, majestuoso.Lyam toma mi mano, firmemente.—Quédate cerca de nosotros. No dudes. Esta noche te conviertes en una de los nuestros.Trago saliva.—¿Qué pasa si no estoy lista?Kael sonríe, insolente.—Demasiado tarde para eso, hermosa. Ya eres nuestra.Soren no dice nada. Pero su mirada me atraviesa, ardiente, posesiva.Me llevan al centro, frente a su gente. Tiemblo. El susurro que se levanta me marea. Algunos me observan con curiosidad. Otros, con una devo
IvyLa luz se filtra suavemente a través de las inmensas ventanas de la habitación. Mi cuerpo adolorido me recuerda cada instante de la noche. La mezcla de sus pieles, de su deseo… Todo sigue ahí, grabado en mi carne.Siento brazos a mi alrededor. Cuerpos contra el mío.Lyam duerme a mi izquierda, su rostro apacible. Kael ronronea casi contra mi nuca, posesivo incluso en su sueño. Soren está ahí, en un rincón, pero sus dedos rozan distraídamente mi cadera, como si verificara que no me he escapado.No me atrevo a moverme. Es irreal. Ayer era solo una humana ordinaria… Y aquí estoy ahora, acostada en su cama, marcada, unida.LyamMe despierto primero, acostumbrado al amanecer. Ella está aquí. Sigue aquí.Sonrío contra su cabello. Su respiración es ligera, temblorosa. Tiene miedo. Y tiene razón. Pero ya no es cuestión de que se vaya. No ahora.Deposito un beso en su hombro desnudo. Su piel aún lleva las marcas de mi mordida. De nuestra unión.— Despierta suavemente, Ivy… Ya no necesitas