Ivy
La luz de la mañana me despierta suavemente. Mi cuerpo aún está entumecido, marcado por la noche salvaje que me han impuesto. Siento cada mordida, cada caricia estampada en mi piel. Y, sin embargo… una extraña serenidad me invade.
Todavía duermen, Kael a un lado, Lyam al otro, Soren sentado al borde de la cama, con los ojos perdidos en mí.
— Despierta —murmura—. Es hora de descubrir lo que ahora te pertenece.
Frunzo el ceño, incapaz de entender lo que quiere decir.
— ¿Lo que me pertenece?
Una sonrisa casi tierna roza sus labios.
— Ven.
Me levanto, envuelta en una sábana de seda que me tiende. Mis piernas aún tiemblan, pero Soren me sostiene y me lleva a ducharme, luego me ayuda a vestirme.
Juntos, dejamos la habitación.
El edificio es inmenso. Un verdadero mansión, o tal vez un palacio. Las paredes de piedra oscura, las tapicerías antiguas, todo respira riqueza y poder.
Las sirvientas se inclinan a mi paso. Bajan la mirada, me susurran "Mi Reina".
Siento que mis mejillas se sonroj