Seis años habían transcurrido desde el nacimiento de los gemelos, Valentina y Alessandro. La mansión Vieri era un hogar bullicioso, vibrante con la energía de dos niños inteligentes y curiosos, y el amor inquebrantable de sus padres. Valeria, la Matriarca consolidada, dirigía los negocios del imperio con una eficiencia silenciosa, equilibrando la fuerza del apellido con la calidez de la familia.
Demian era la imagen de un hombre transformado. Su posesión se había convertido en una devoción inquebrantable, su furia en una protección serena. Era un padre dedicado, un esposo cariñoso y el Guardián de un legado que ahora se construía sobre el respeto y el consentimiento, no el control.
El día de su boda, pospuesta por el caos inicial y la llegada de los gemelos, finalmente había llegado. Una gran celebración que era tanto una boda como un triunfo. Cientos de invitados llenaban los exuberantes jardines de la mansión, el ambiente festivo, pero con un respeto palpable por la pareja que había