—¡Cállate! Mariana, recuérdalo muy bien: no eres más que un simple juguete para mi entretenimiento. ¿Cómo te atreves a compararte con Diana?
Los ojos de Nicolás eran aterradoramente distantes, con un fuerte destello de maldad.
—Un hijo no es nada, puedo tener tantos como quiera. ¡Llévensela al hospital y que le saquen de inmediato ese bebé!
Ante estas palabras, Mariana entró en pánico. Se abrazó el vientre de manera desesperada.
Era su única esperanza de mantener su vida y su posición, ¡no podía perder este bebé!
Corrió de manera intencional hacia la multitud. ¡Seguramente la ayudarían! ¡Habían prometido protegerla!
Nicolás hizo un gesto con la mano, indicándole a los guardaespaldas que se detuvieran. Observó su figura desesperada con los ojos despiadados, como si mirara a una muerta.
Tal como lo esperaba, Mariana se encontró con una desesperación aún mayor. La gente que antes actuaba por impulso ahora había recobrado la cordura.
Todo gracias a la fama de Nicolás y el Impulso Global. L