LEILA
Estaba empacándolo todo, menos el dolor que me mataba por dentro. Cuando me dieron el alta, el médico había explicado que no podría haberse evitado de ningún modo y que no había razón por la que no pudiera concebir y llevar un embarazo perfectamente normal, sin problemas, en cuanto mi esposo y yo quisiéramos intentarlo de nuevo. Rememorar sus palabras solo me provocaba mucho dolor y en estos momentos me encontraba recogiendo mis escasas cosas de la alcoba.
Giulio se había ocupado de todos los gastos del hospital y cuando me trajo de nuevo a su casa, había intentado hablar conmigo en varias ocasiones durante los últimos dos días. Sin embargo, solo pude ignorarlo porque no soportaría que me lastimara de nuevo con sus acusaciones y filosas palabras.
Me sorprendía el profundo dolor que estaba experimentando por la pérdida de mi bebé,