Capítulo 9
Justo cuando pensé que iba a ser atropellada, dos figuras aparecieron de la nada.

Me empujaron a un lugar seguro, mientras un grito desgarrador resonaba detrás.

El rostro de Roberto apareció frente a mí.

—¿Eliana, estás bien?

Su cabello desordenado y su aspecto abatido me hicieron negar con la cabeza; detrás de él vi llegar a Arturo acompañado de varias personas.

Arturo corrió hacia mí y me sostuvo entre sus brazos:

—Perdóname, Eliana, llegué tarde.

Con él venían médicos y policías.

Los doctores hicieron un examen completo de inmediato, mientras los policías arrestaban sin discusión a los ocupantes del auto.

¡Era Paola!

Cabello desordenado, desaliñada, sin rastro de su imagen refinada.

—¡Eliana! ¿¡Cómo no te mató?! ¡Si te mato, Roberto y Alejandro serían solo míos! ¡Solo me amarían a mí!

—¿Por qué vinieron a detenerme? Alejandro, ¡yo no iba a atropellarte! ¡Todo es culpa de Eliana! ¡Culpa de esa maldita!

El corazón me dio un vuelco al comprender que Paola, consumida por los celos, habí
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