Capítulo 75.
Melisa cerró la puerta con cuidado después de acomodar al pequeño Bastián entre las sábanas, cubriéndolo hasta el pecho. El niño dormía con la tranquilidad que solo podía otorgarle el calor de una casa en paz, sin saber que en las habitaciones contiguas se gestaban decisiones que cambiarían su mundo para siempre.
El sonido leve de los pasos de Melisa se confundía con el eco de su respiración. El pasillo de la mansión estaba vacío, los abuelos habían salido hacia la casa hogar, el lugar donde algunos pequeños disfrutaban de su compañía. Los mismo que estuvieron con ellos cuando descubrieron la existencia de su bisnieto.
La mayoría de los empleados que fueron contratados para limpiar la mansión luego de la boda ya se habían retirado y el silencio, por primera vez en todo el día, parecía una invitación a actuar.
Había algo que no podía callarse más. No después de haber leído una parte de ese nuevo contrato, ese maldito nuevo contrato.
No después de haber oído las palabras de Sebastián ju