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Capítulo 5. Nadie Se Salva de la Verdad. Parte II

Y tal como lo esperaba, ahí estaba Sofia su ahora ex mejor amiga.

Con su vestido ajustado, su sonrisa venenosa y ese perfume caro que siempre usaba como si pudiera esconder la podredumbre que tenía en su interior.

-- ¿Dramática? – repitió Melisa furiosa.

-- ¿Tú me estás llamando dramática? –

-- Vamos mujer fue solo sexo, no matamos a nadie que yo sepa ¿o sí? – dijo Sofia con indiferencia, aunque abrió los ojos asombrada al ver en cambio en su rostro, Melisa siempre perfecta, bella y adorable esta vez estaba con unos lentes que recordaba Sofia haberlos utilizado para un fiesta de disfraces en el departamento de Melisa, pensando que quizás la había tumbado más de lo que imaginaba, sintiéndose triunfadora, al menos esta vez.

Por el contrario, Melisa sin darse cuenta de su nuevo look quería gritar que era a ella a quien habían matado en su interior, pero no lo hizo, debía mantener la compostura si aún esperaba que la contraten de manera permanente.

-- ¿De verdad vas a hacer una telenovela por eso? – siguió Sofia con el rostro fruncido.

-- No estoy haciendo ninguna novela Sofia, pero… ¿sabes lo que me duele en realidad? – le preguntó Melisa dando un paso hacia ella.

-- Que yo a ti te consideraba una hermana, mi mejor amiga. Te contaba TODO. Conoces mis miedos, mis sueños, mi deseo de casarme con este pobre infeliz. ¡Y aun así lo hiciste! Nada te importó –

-- ¿Y tú qué? Siempre tan perfecta… tan buena… tan… – iba a decir hermosa, pero por alguna razón en ese momento ya no le pareció que eso fuera así.

-- Tan todo – terminó de decir Sofia con una mueca torcida.

-- ¿Eso que tiene que ver con lo que hicieron? –

-- Todo. Siempre has sido la favorita de todos nuestros conocidos. La perfecta, la… la hermosa, la que todos admiran. La que “lo tenía todo”. Pero dime ¿Qué se sintió estar bajo mi sombra por una sola vez? – Melisa no podía creer lo que escuchaba, al menos de la mujer a quien siempre considero su mejor amiga.

Melisa mira su reloj y se da cuenta de que no llegará a tiempo a su reunión, es ahora donde debe poner prioridades, y aunque no lo quisiera porque necesitaba cerrar ese círculo vicioso, su trabajo en ese momento era más importante que el patético par que tenía frente a ella.

En el piso superior Sebastian Novak observaba el reloj, había citado a su empleada a las 5y30, ya había pasado ese tiempo y no había señales de ella. Todo el día estuvo tratando de descubrir quien era la mujer con la que pasó la noche. Observaba en silencio la nota en sus manos, no era un grafólogo experto y menos un perito calificado, pero los apuntes que había hecho la señorita Hart en el informe tenían la misma letra del mensaje escrito en el post it, el mismo que no dejaba de mirar…

-- ¿No puede ser ella? ¡eso era imposible!, ¿cómo podría serlo y comportarse asi con él? – se preguntaba en todo momento, los recuerdos de la noche volvían a su mente en simultaneo.

La noche apasionada, la voz seductora de la ebria mujer, su olor, su cuerpo… Sebastian observa la nota releyéndola por decima vez.

** Gracias por sostenerme cuando todo se caía. Por una noche sin nombres y sin compromisos **

Sebastian entrecerraba los ojos mirando la manera como lo había firmado,

** la chica rota que necesitaba olvidar **

Se levanta de su asiento y sale de la oficina en busca de la joven, quería una explicación y la quería ya…

Abajo Melisa no podía moverse de su lugar, las cosas que dijo Sofia le indicaban que había sido ella quien envió la imagen.

-- Entonces me queda claro todo Sofia… ¡fuiste tú! – la señala con el dedo. Y mueve la cabeza llena de decepción.

-- ¡Que tonta he sido! Como no lo pensé antes, quién más sino tú se habría atrevido a hacer algo así, entonces responde algo ¿Qué querías ganar con todo eso?... ¿venganza? – le preguntó Melisa con los ojos ardiendo de impotencia, debía alejarse de ahí, lo necesitaba. Pero sus pies permanecían clavados en el piso.

-- Acaso fue una manera de escupirme en la cara el hecho de que tu no podías controlar tus frustraciones – no pudo más, necesitaba decir lo que tenía guardado.

-- Llámalo como quieras – le respondió Sofia con un encogimiento de hombros.

-- Pero yo lo disfruté. Y obviamente él también – Francisco intentó intervenir.

-- ¡Sofia!… por favor no heches mas leña al fuego – Melisa miró a Francisco con fuego en los ojos.

-- No, no la detengas. Déjala. Está mostrándose tal y como es. Una víbora en tacones que se arrastra hacia donde cree que tiene poder –

-- Pero Mel, cariño – dijo él acercándose unos pasos más y Melisa lo empujó.

-- Aléjate de mí y no vuelvas a llamarme así. ¡Cariño! Siento asco de solo oírte –

-- Pero yo vine a pedirte perdón – Francisco intentó acercarse nuevamente sin conseguirlo. En ese momento la puerta del ascensor se abrió, el presidente Sebastian Novak aparecía en escena, escuchando la última frase del ex, su rostro se frunció enseguida, ella no estaba feliz con su novio y él estaba ahí para pedir perdón.

-- Lo nuestro no tenía que terminar, no así Meli – susurró arrepentido, tratando de sujetarla y retenerla con él. Se había imaginado que fue Sofia quien envió esa imagen, pero escucharlo de los labios de Melisa fue algo avasallador.

-- En eso tienes razón… lo nuestro debió terminar hace mucho tiempo – le dijo, liberando su brazo de un tirón. Y con un último vistazo, añadió:

-- Y tú, Sofia… espero que al menos haya valido la pena destruir una amistad de años para revolcarte con alguien que solo sabe pedir “lo de siempre” en la cama. Porque si lo hizo contigo como conmigo, te esperan treinta segundos de decepción – el rostro de Francisco se desencajo ante aquel comentario. Melisa nunca se había quejado de él en la cama, pero ahora lo hacía, y no solo frente a él. Sino frente a todos en ese lugar.

Sebastian mostró una sonrisa extraña, escucharla decir eso solo significaba que lo estaba comparando con alguien más, no le quedaba ninguna duda, era Melisa la mujer que estuvo con él, pero…

Sebastian volvió a ingresar en el ascensor, no sabía qué decir ni cómo actuar. Quería que sea ella quien lo busque, o mejor aún, que sea Melisa quien acepte que fue él, su propio jefe el hombre que la ayudo a olvidar.

-- ¡Melisa! – grito Francisco lleno de frustración. Comprendía que su ex estaba dolida, pero decirle aquello… él había sido su primer hombre, el único en la vida sexual de Melisa, ella no tenia con quien comparar y oírla decir aquello, lo destrozó.

Pero ella no se inmutó ante él, no quería saber nada de ninguno de los dos, se dio media vuelta y se fue directo al ascensor, no escuchó si alguno de ellos le decía algo más, no lo necesitaba. Debía presentarse en la oficina de su jefe sino quería perder el ansiado puesto de secretaria oficial.

Unos segundos más el ascensor la recibió como una cápsula de salvación. Mientras subía, respiró profundamente. Se sentía extraña… pero viva. Como si un pedazo de ese dolor que la había carcomido durante esos días se hubiera desprendido como un pedazo de piel muerta.

Cuando las puertas se abrieron en la planta superior, no tuvo tiempo de volver a su escritorio. Eran las 5:45 de la tarde, diez minutos más tarde de la hora en que había sido citada por su jefe. Melisa sonrió, debía esperar lo peor… intentó peinarse con las manos, pero no fue necesario, su cabello se veía mejor así, aunque le quitaba un poco el camuflaje que se había inventado para pasar desapercibida, y con el maquillaje un poco corrido, pero con el alma más entera que nunca caminó hasta la oficina de Sebastian.

-- Ok, señor Novak. Que venga el siguiente drama. Estoy lista –

Tiur Writer

¡Por fin se dio cuenta Sebastian que Melisa fue su chica salvaje con quien pasó una noche! Bienvenidos queridos lectores, espero les guste lo que leen y decidan continuar conmigo en esta historia de amor, deseo, drama y ¿por qué no? algo de humor. Que tengan un excelente día...

| Gosto
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