Capítulo 26. Una dulce reconciliación.
Sebastián no soportaba la espera.
Miró por décima vez la pantalla de su celular. Ningún mensaje. Ninguna llamada. Ninguna señal.
Había salido a buscar a Melisa en su cubículo, pero no la había encontrado, estaba desesperado imaginando lo peor. Se levantó de golpe, empujando la silla hacia atrás con tanta fuerza que la hizo chirriar contra el suelo.
-- Basta – murmuró para sí mismo.
No iba a quedarse allí como un idiota, mirando el teléfono, mientras ella se deshacía por su culpa. Si la había hecho sentir como una opción, si la había dejado creyendo que no le importaba… entonces era su responsabilidad buscarla. Enfrentarla. Escucharla. Pedir perdón.
Salió de allí a paso firme.
Conforme avanzaba los murmullos se apagaban a su paso. Todos notaban su expresión decidida, como una tormenta contenida en un traje de lujo hecho a medida. Su mirada buscaba la de Melisa, su ritmo apurado lo decía todo.
--¿Han visto a Melisa? – le preguntó a todo aquel que se cruzaba en su camino, sin detenerse.