Capítulo 25. Un maldito malentendido.
Melisa obedeció, y solo cuando la puerta se cerró detrás de ella, Sebastián se dejó caer en su silla con un largo suspiro.
-- No puedo creer lo que acaban de hacer –
-- Tus abuelos son una hermosa arma de destrucción masiva – le dijo Melisa, quien se dejó caer en la silla frente a él. -- ¿Cómo se les ocurrió aparecerse aquí? –
-- No tengo idea. Pero me queda claro que no se tragaron nuestra farsa – gruñó él y Melisa suspiro dudosa.
-- ¿Estas seguro de eso? – él asintió.
-- No solo eso. Ellos vinieron a propósito solo para lanzarnos al ruedo como si fuéramos una pareja oficial. Y ahora… todos lo creen. Al final se salieron con la suya – dijo él y Melisa abrió los ojos pensando que ese par de ancianos era más peligroso que su nieto.
Sebastián se frotó la frente con un gesto cansado.
-- Ahora no podemos desmentirlo sin hacer el ridículo. Y si lo negamos, ellos volverán con más fuerza –
Melisa lo miró, sin decir nada. El ambiente estaba cargado. No solo de rumores y nerviosismo, sino tamb