-Buenas tardes señor Montenegro, tanto tiempo sin vernos.- La voz de la mujer sonó dulce, sensual y llena de confianza.
-¿Victoria?- exclamó el hombre levantándose de un salto de su asiento y caminando hasta la mujer, que sonreía ampliamente- ¡Querida! ¡Tanto tiempo sin verte!- dijo el dueño de la casa con una sonrisa que no era propia de él y que muy pocos habían visto.
El padre de Lucas la tomó de los brazos y besó cada mejilla efusivamente.
-Pensé que te habías vuelto a tu país, luego de que el idiota de mi hijo te cambiara por esa mujerzuela.- exclamó avergonzado de su propio hijo.
La platinada rió divertida.
-Sí, me fui por un tiempo, no voy a mentirle, su hijo me rompió el corazón- exclamó dolida desviando su mirada hacia el suelo- Pero ya he vuelto y más fuerte que nunca.
Los ojos viejos y opacos del hombre brillaron de esperanza.
“Esta es la última esperanza que estaba buscando” Pensó el hombre.
-Ven siéntate- dijo llevando a la joven hacia el sillón de forma servicial. Si fue