Los ojos de Alejandro se encendieron al escuchar la seguridad con la que Aisha hablaba, la sujetó de sus hombros y ella se asustó al ver el infierno que miraba en los iris de aquel hombre.
— ¡Hey! ¿Qué crees que haces?
El puñetazo que Christopher le dió fue suficiente para que Alejandro soltará a Aisha, esto logró enfurecer al hombre a un punto que quiso irse encima de él pero se contuvo.
— ¡Es una mujer, grandísimo cabrón! ¿Acaso no te enseñaron a respetarlas?
— No te metas en asuntos que no te competen, sigue tu camino doctorcito y déjame a solas con mi mujer — Alejandro la tomó y la puso a su lado — porque ella es mía, me pertenece.
Alejandro besó con brusquedad a Aisha, ella se sintió incómoda ante esto y cuando él terminó de besarla se limpió la boca con la misma intensidad que fue besada.
— Aisha, dime que solo son cuentos de este hombre.
— No, no son cuentos míos. Ella es mía y está esperando un hijo mío, así que mantén tus garras lejos de mi propiedad si no quieres que