De repente, me vino a la mente la imagen del Carlos despreocupado de la universidad. En verdad era alguien sin preocupaciones en ese entonces.
Pensé que siempre sería así, pero no sé en qué momento cambió, llevándonos hasta donde estamos hoy.
Por eso es cierto que el futuro es algo impredecible.
—Carlos también me pidió que cuidara de nuestros padres y de ti —la voz de Alejandro se volvía más grave—. Y dijo que cuando te cases, le avise, que quiere darte sus bendiciones personalmente.
Sentí una fuerte opresión e irritación en el pecho. Después de todo este alboroto, preocupando a todos, haciéndoles pensar lo peor, resultaba que solo quería esconderse en algún lugar.
—Parece que no eran preparativos para morir —dije con cierta malicia.
—Quizás tiene sus propias razones y dificultades —murmuró Alejandro.
Me reí con cierto sarcasmo:
—Tiene esposa, hijo y una carrera brillante, ¿qué razones o dificultades podría tener? ¿Solamente, está jugando a hacerse la víctima?
—Todavía le guardas renc