76. De visita en el St. Dunstan
No creo que le llegue a pesar el remordimiento. Este traidor es peor que Judas; él no se ahorcaría solo.
Richard me ha mostrado su verdadero rostro: un hombre capaz de pisotear a inocentes con tal de cumplir sus metas. Cree que ha ganado, con esa sonrisa arrogante y vacía, asumiendo que mi familia está destruida... ¿Acaso no ve que estoy aquí, frente a él?
—La reina apenas ha sido coronada, Richard. El verdadero reinado será... despiadado.
Mi voz es un susurro frío, afilado como una daga. Me levanto del borde de la cama, lo observo una última vez y dejo escapar una sonrisa cínica que corta el aire. Sin añadir más, me doy la vuelta y salgo de la habitación.
Llego al ascensor y presiono con fuerza el botón de bajada, como si apretarlo más fuerte pudiera acelerar su llegada. Cuando finalmente se abren las puertas, entro y me recargo contra la pared, tratando de calmar las llamas que aún me consumen.
Al llegar a la planta baja, acelero mis pasos, atravesando el lobby del hospital con la de