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Capítulo 6 – “El compromiso prohibido”

La carpeta negra estaba sobre la mesa, pesada como si dentro cargara con su destino. Ivana la abrió con manos temblorosas. Páginas perfectamente impresas, cláusulas detalladas, firmas esperándola.

—¿Matrimonio por contrato? —leyó en voz alta, incrédula. —“Sin obligaciones maritales. Sin contacto físico. Un matrimonio en papel.”

Hace solo unos días, estaba ilusionada gestionando los últimos detalles para su boda de ensueño con el amor de su vida. Ahora contemplaba un matrimonio por contrato, con alguien que apenas conocía. Aunque quería ser fuerte sus ojos se aguaban mientras continuaba su lectura.

“Los Lauren no podrán quitarle el apellido” “Esta unión solidificará ambas familias” “tendras las influencias y el poder de la familia Brown” “Te ayudare en tu venganza”

Estas eran algunas de las cláusulas escritas en el contrato.

Dante no le había dicho que ganaba con todo esto. Pero si había algo que Ivana sabía era que esa era la única forma de sobrevivir y poder vengarse de todos. Esta era su única opción.

Tomó el teléfono e hizo la llamada.

—Acepto —dijo, y estampó su firma con un golpe seco.

Del otro lado una voz fría y calculadora contestó;

—Bienvenida a la familia Brown.

Unos días después, la mansión Brown se erguía como un palacio iluminado, más majestuosa aún que la casa Lauren. Desde el auto, Ivana sentía un nudo en el estómago.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó, al ver los ventanales dorados.

—Segurísimo —contestó Dante, abriendo la puerta y ofreciéndole la mano. —No olvides: ahora eres mi prometida, no bajarás la cabeza ante nadie.

Al entrar al salón principal, el matrimonio Brown los esperaba. Henry Brown, un hombre imponente de cabello gris y una sonrisa sincera la recibió con los brazos abiertos. Mientras su ex-suegra no podía disimular el desagrado que le causaba su presencia.

–Ivana– dijo Henry con una voz aguda pero cálida, mientras le dio un abrazo paternal. Él siempre había sido afectuoso con ella. –Me alegra que hayas aceptado. Pronto todo esto quedará en el pasado.

Ella no pudo evitar sonrojarse. Henry era un hombre imponente e implacable en los negocios pero también era un hombre justo, de y honor. Y lo estaba demostrando en estos momentos. Cuánto hubiese deseado que sus padres o Eliot hubiesen actuado de la misma manera.

–Alguien que por favor me explique ¿qué está ocurriendo aquí? Dijo la madre de Eliot. –Ivana es una deshonra, el error de Lauren y la rechazada de nuestro hijo. ¿Cómo puedes traerla aquí Dante?. Esto es el colmo!

Ivana quería salir corriendo cuando escuchó de pronto la voz fuerte y clara de Dante.

–Acostubrate Margarette. Ivana es mi prometida, futura Sra. Brown. Este es su lugar ahora.

Margarette con un gesto dramático puso su mano en el pecho dirigiéndose a Henry.

–Tienes que detener esta locura. Seremos la comidilla de toda la sociedad.

–Esta unión es oficial y punto.

Margarette apretó los dientes, tragándose la rabia.

—Esto no quedará así —murmuró para sí misma, ocultando el odio que sentía.

Y como si no fuera suficiente para la paz mental de Ivana, Eliot apareció en la sala. Al verla se quedó momentáneamente sin palabras, no esperaba verla, mucho menos en su casa.

— ¿Qué haces aquí, Ivana? —preguntó con ironía. —¿Ahora vienes a mi casa a mendigar migajas?

Ivana levantó la barbilla, intentando mantener la dignidad, aunque por dentro era todo un caos.

—No estoy aquí por ti Eliot.

Dante dio un paso al frente, mientras pasaba su brazo rodeando la cintura de Ivana con gesto posesivo.

—Te equivocas, hermano. Ella no vino a pedir nada. Ella vino como mi prometida.

El rostro de Eliot se desencajó.

—¿¡Qué!?

La actitud desafiante y altanera con la que actuó desde que la vio se borró por completo.

Por un instante, la rabia y la sorpresa lo dejaron sin habla. Su madre lo observaba con ojos brillantes, como esperando su reacción.

Eliot se acercó lentamente a Ivana, tan cerca que ella pudo sentir su respiración.

—Esto es ridículo —dijo entre dientes. —¿Un matrimonio con él? ¿Qué demonios estás pensando, Ivana?

Ella no contestó. Y en un movimiento inesperado, la arrancó de los brazos de Dante y la sujetó por la nuca y besándola con furia, como si quisiera demostrarle a todos que todavía podía reclamarla.

El salón quedó en un silencio absoluto.

Ivana, paralizada, trató de empujar su pecho con fuerza, pero no pudo evitar que todos vieran lo ocurrido. Margarette sonrió, maliciosa, disfrutando la escena.

Dante, con el rostro endurecido y los ojos ardiendo de furia, dio un paso hacia ellos. Su voz retumbó como un trueno:

—¡Suéltala ahora mismo, Eliot!

El ambiente se volvió denso y peligroso. Los hermanos frente a frente, la tensión estaba a punto de estallar, e Ivana estaba atrapada en medio del fuego cruzado.

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