Una abogada especialista en divorcios es invitada a la boda de su mejor amiga a quien no ve desde hace años. Allí se encontrará con su primer amor, quien tanto daño le ha hecho dejándola plantada en el altar. Pero no todo esta perdido para Julia Blanco, conocerá al hombre más encantador, sexy e irresistible de todos quien le brindará todo su apoyo para enfrentar a su pasado y demostrarles que ella es fuerte. Ryan Ryder era el tipo de hombre que siempre había querido a su lado, pero debía escapar de sus dudas y recuperar la confianza para darle una segunda oportunidad al corazón. ¿Julia será capaz de dejar caer sus muros y aventurarse al amor?
Leer másHabía comenzado mis vacaciones finalmente, debía descansar de todos mis clientes y sus infinitos problemas. La oficina era un caos diario, por lo tanto, mi vida era un huracán constante. Esto no quiere decir que no me guste mi trabajo, porque lo amo.
Amo lo que hago y sé que soy muy buena en eso, pero es muy estresante a veces escuchar las infinidades de discusiones porque a veces me es imposible no ponerme en el lugar de algunas personas y ser imparcial en el tema. Soy una persona y tengo una vida, no puedo evitar no involucrarme con algunas historias porque muchas veces algunas son muy parecidas a la mía.
Así que, aquí estoy con mi café y mis libros de novelas cursis, sentada en el desván de mi departamento observando el exterior que era tan triste y gris ya que era esa época del año donde el cielo en la ciudad no paraba de llorar, una llovizna constante que empañaba los cristales con pequeñas gotas y estas jugueteaban a una carrera silenciosa.
Había estado pensando en algunos planes para disfrutar de mis vacaciones ya que me había tomado no más que dos meses, dos meses donde me enfocaría nada más que en mi misma. Tenía en mente quizás poder hacer un tour por el continente o mismo visitar otro, pero aún no tenía bien definido donde comenzar o tan siquiera si es lo que realmente necesito. Hacia tantos años que no me tomaba un tiempo libre que la verdad es que me siento perdida sin rumbo.
Mi vida era por completo solitaria y daba pena, soy una persona que ama tener el control de mi vida y es por eso que sigo minuciosamente al pie de la letra mi agenda, ahora en mis vacaciones por supuesto que no tengo nada programado, por lo que me siento a la deriva como un barco sin marinero perdido en el alta mar.
Con toda esa patraña triste en mi cabeza de cómo se encuentra mi vida, decido llamar a una de mis amigas, quisiera salir o mínimo juntarnos a ver una película en mi departamento, pero tal parece que ninguna está disponible. Para mi desgracia ambas estaban felizmente casadas y ya tenían planes de vacaciones que comenzaban con el fin de semana. Fantástico. Y yo aquí sola torturándome con pensamientos nostálgicos y deseando poder ser iluminada con algo increíble en que ocupar mi tiempo.
Tal parece que tanto es mi pesar que estaba tan sumida en mis pensamientos que jamás escuché cuando el timbrazo del celular comenzó a sonar, aunque cuando lo oí finalmente ya era tarde porque había parado de sonar. No presté tanta atención, estaba segura que se trataría algún cliente o alguna venta telefónica. Cuando nuevamente mis ojos estaban observando el mundo en el exterior a través de mi ventana el celular comenzó a sonar y esta vez sí corrí para tomarlo, debía ser algún cliente que no comprendía el significado de “Me fui de vacaciones”.
- ¿Sí? Habla Julia Blanco.
- Julia ¿Eres tú? Habla Ximena ¿Te acuerdas de mí?
- Ximena Reyes, eres tú realmente, hace tanto que no sabía de ti.
- Si lo sé, desde que abandonaste el país y te fuiste.
Era verdad, de eso ya han pasado cinco largos años. Por aquellos tiempos había tomado la decisión de dejarlo todo atrás y largarme para comenzar de nuevo, olvidar mis penas y tristeza, sacarme de la cabeza al estúpido hombre que me rompió el corazón. Aunque eso había significado dejar a mi mejor amiga que más que una amiga, una hermana para mí.
Desde entonces no la veía, tampoco habíamos vuelto a hablar. Lo poco que sabía de ella se debía a las redes sociales, pero en estos momentos escucharla nuevamente, aunque solo sea por teléfono, lograba que una parte de mi corazón que parecía que años había estado dormitando, había revivido con una felicidad tan abrumadora. No me había percatado hasta ahora la falta que me hacía tenerla en mi vida.
- Si bueno, ya sabes porque lo hice – Ambas suspiramos al mismo tiempo – Ahora dime ¿Qué ocurre? Si por tantos años nunca llamaste, el que lo hagas ahora solo me dice que ocurrió algo.
- Siempre tan directa y al punto. Amé eso de ti desde la primera vez.
- Creo que por eso fuimos amigas desde el Kínder, me amaste porque era la única que no te temía para decirte lo feas que eran tus muñecas.
Ambas reímos de eso, recuerdo todas las veces que habíamos discutido por esa razón, mi sincerisidio y sus muñecas espantosas era un problema a los cuatro años, pero todo eso nos ayudó a fortalecer una amistad increíble. Una complicidad que hasta ahora puedo afirmar sigue existiendo y es igual de fuerte que siempre.
- Escúchame, me casaré. Y antes de que me digas algo, sé que las bodas no te gustan, pero es la mía y quiero que seas mi Dama de Honor, no podría hacer esto sin ti a mi lado y además aún no conoces a Mason, es increíble.
- Ximena...
- Por favor amiga, no te he llamado en cinco años porque sabía y respetaba el hecho de que querías alejarte de todo, pero es mi día especial, por favor. Acepta.
- Ok, tú ganas. Iré, solo dime cuando y donde será.
- Bueno, será este fin de semana y lo festejaremos en la casa del campo de mi familia. No te preocupes por los preparativos, ya está todo listo. Sé que como Dama debías de ocuparte de varias cosas, pero como no estabas lo hice yo, sabía desde siempre a quien quería a mi lado por eso te elegí a ti. Además, ya tengo tu vestido.
- Dime que no es espantoso.
- No – contesta y la escucho reírse, desde pequeñas habíamos jurado que no haríamos sufrir a nuestras Damas con vestidos ridículos y horribles – Es de color champagne y con brillo, mucho brillo. Es hermoso te gustará.
Cuando colgué con mi mejor amiga ya habíamos acordado que iría en el primer vuelo de mañana rumbo a Argentina nuevamente, ya que allí los festejaría. En el mismo lugar de donde había escapado hace cinco años.
Estaba muda, petrificada y con el celular aún apoyado en la cara. No lo podía creer, había aceptado. Así sin más, volvería y ¡Santo cielo! No estaba segura de si aquello era buena idea. Pero m****a, ya lo había prometido, además, era la maldita boda de mi mejor amiga. Debía asistir, aunque eso signifique horas y horas de sesiones en el psicólogo que no servirían para nada y solo me harían enojar por lo estúpido que era y me haría olvidar de mis traumas por unas horas. Ridículo. Ridícula yo.
“No seas estúpida Julia” me digo a mí misma volviendo a mí.
Debía de preparar mi maleta y mi pasaporte, obviamente también debía de prepararme a mi mentalmente. Cuando estaba pensando en disfrutar de mis vacaciones, viajar y hacer algo productivo de mi vida jamás creí que volvería al lugar donde tanto daño me hicieron. Pero lo haría, lo iba hacer solo por la mujer más importante que tenía, la que estuvo para mí siempre en todo momento y la que aceptó mi silencio por todos estos años porque sabía que era lo que necesitaba.
Mentalizada con el asunto corrí por toda la casa, manos a la obra empacando y aproveché en llamar a mi secretaria para avisarle de mis planes y que estaría fuera del país por cierto tiempo, obviamente le aseguré que ante cualquier cosa estaría pendiente del mail. También la pobre mujer, totalmente cansada de mí, sumamente complacida me reservó los boletos de avión para el día siguiente. La había llamado a las 8:00 p.m. entendía la felicidad suya de no saber nada de mi en un tiempo, ya que también estaría de vacaciones el mismo tiempo que yo.
¡Dios! Estaba que caminaba por las paredes de la euforia que sentía. No podía simplemente explicar los nervios que sentía.
Volvería, sí que lo haría y me encontraré cara a cara con esas personas nuevamente, las que por años quise olvidar. Sabía que quizás me dolería, pero también sabía que en algún momento debía de enfrentarlos, lo gracioso y por completo cómico de todo esto, es que lo haría en otra boda, y nada más y nada menos que en el casamiento de mi mejor amiga.
Pensar que todo mi calvario comenzó el día en que yo me iba a casar con el supuesto amor de mi vida, el cretino que me había dejado plantada en el altar, frente a cientos de invitados.
Pero lo triste de todo esto no fue aquello que, aunque desolador porque ¿Qué mujer no se siente estúpida siendo abandonada frente a sus familiares, frente al pastor con su hermoso vestido de ensueño? No, esto no fue lo realmente traumático. Lo que me destruyó y aniquiló mi corazón o mejor dicho lo que quedaba de él, fue enterarme que la persona que creí me amaba, con quien estaba segura de compartir mi vida para siempre me había sido infiel pero que lo más desgarrador del asunto era que su amante estaba embarazada y a punto de dar a luz.
El estúpido cerdo, bastardo y cretino iba a tener un hijo ¡Por Dios Santo! ¡Un hijo!
Amelia. Había pasado exactamente un año desde el trasplante de Archie. Un año desde que nuestras vidas habían conocido la verdadera felicidad, luego de tantas batallas, tantas lágrimas derramadas. Pero si algo he aprendido es que los momentos más oscuros hacen que la luz que llega después brille aún más intensamente. Este último año ha sido, sin lugar a dudas, uno de los mejores de mi vida.Al despertar esa mañana, con la luz del sol filtrándose por las cortinas, me estiré suavemente en la cama. Aaron ya no estaba, lo escuchaba en la cocina riendo con Archie, preparando el desayuno como lo hacía cada día. Mi corazón se llenaba de gratitud y amor, una sensación de paz tan profunda que a veces me preguntaba si era posible ser tan feliz. Archie, mi pequeño guerrero, ahora correteaba alegremente por la casa, saludable y lleno de vida, el niño más encantador que jamás hubiera imaginado. Y Aaron... mi esposo, mi roca, mi todo, seguía siendo el hombre que había conquistado mi corazón una y o
Aaron. El pasillo del hospital parecía más largo de lo normal hoy. Habían pasado ya varias horas desde que Archie había entrado a quirófano para la donación de médula, y aunque trataba de mantener la calma, los nervios me carcomían por dentro. A mi lado, Amelia, con su mirada tranquila y su mano suave entrelazada en la mía, me daba una fortaleza que no sabía que tenía.— ¿Cómo te sientes? — le pregunté en voz baja, preocupado por el cansancio que veía en su rostro.Ella esbozó una sonrisa débil, pero auténtica, y me miró con esos ojos llenos de amor y determinación que siempre me asombran.— Estoy bien, Aaron —dijo, con una serenidad que solo ella podía transmitir, a pesar de todo lo que había pasado. — Archie es lo más importante ahora, no pienses en mí.Miré hacia la puerta de la sala de operaciones y luego de vuelta a ella.— Has sufrido tanto, Amelia. No sé cómo encuentras la fuerza…Ella se inclinó un poco hacia mí, con dificultad pero sin perder esa chispa en su mirada.— Porqu
Amelia. El dolor fue lo primero que sentí. Era un dolor profundo, sordo, como si todo mi cuerpo hubiera sido golpeado desde dentro. Me costaba respirar, y cada intento de hacerlo enviaba una oleada de punzadas a mi costado. Los sonidos a mi alrededor eran suaves, casi como un eco lejano: el pitido constante de una máquina, pasos amortiguados en el pasillo, y una respiración que no era la mía.Abrí los ojos lentamente, como si estuvieran sellados, y lo primero que vi fue a Aaron, sentado junto a mi cama. Estaba dormido, su cabeza inclinada hacia un lado, apoyada en el colchón, y su mano sostenía la mía con fuerza, como si hubiera estado temiendo soltarme.Mi garganta estaba seca, como si no hubiera hablado en días. Traté de moverme, pero el dolor me recorrió como una descarga eléctrica y tuve que detenerme, jadeando. Aaron se movió ligeramente, despertándose al instante como si mi incomodidad lo hubiera sacado de su sueño.—Amelia... —susurró, y cuando nuestros ojos se encontraron, vi
Amelia. ¿Qué fue lo que acababa de escuchar? Esa mujer acaba de amenazar con la vida de su propio hijo y sin remordimiento alguno. No puedo ni tan siquiera imaginar que algo malo le suceda a Archie porque lo amo como si fuera mío legítimamente y sin embargo esta mujer no le temblaba la voz al decir todas esas cosas.— ¿No dará la orden para que sus hombres ingresen a la casa? — pregunté alterada. — Está apuntando con su arma en la cabeza de mi hijo y no dudará en disparar.— No podemos arriesgarnos a ingresar precisamente por eso, si tiene el arma apuntando hacia el pequeño al vernos puede disparar sin más. No nos arriesgaremos a eso.— ¡Entonces se quedarán parados ahí sin hacer nada! No puedo esperar a que suceda algo más.Fue cuando tomé la decisión. Me puse en pie y sin darles mucho tiempo de reacción salí corriendo de la camioneta donde estábamos esperando y viendo todo lo que sucedía. Junto a mí estaba Daniela, Julia y el detective Potter junto con un oficial más quien controla
Aaron. — ¿Qué pasó? ¿Quién es? — Amelia hablaba tan rápido y sus ojos se encontraban aterrados.Cuando le enseñé que me había llegado un mensaje de Clementine se quedó sin voz mirándome con temor.— ¿Qué esperas? Léelo.Todos se encontraban expectantes de lo que estaba ocurriendo ya que todos vieron de quien se trataba.“Si quieres recuperar a tu hijo necesitamos acordar un trato. Ven solo a esta dirección y ni siquiera se te ocurra traer a esa perra contigo” — Está loca si cree que te dejaré ir solo, también es mío, me preocupo por él.— Amelia, sabes lo inestable que puede ser Clementine, es preferible seguir con las instrucciones quizás pueda conseguir que me entreguen al pequeño, por favor.Amelia estalló en ira, de un momento a otro comenzó a gritar descontrolada pero muy enfadada conmigo y con todos los que se cruzaban en su camino. ¡Maldita sea! Odiaba verla así, odiaba lastimarla pero esta situación estaba sacando lo peor de nosotros.— ¿Vas a permitir que esa mujer determin
Aaron.— No quiero volver, pero extraño mucho a Archie.— Lo sé cariño. Yo también quiero verlo, además no podemos tomarnos más tiempo Sophia me vuelve loco, el trabajo no puede seguir esperando.Estos tres días aislados del mundo fue lo mejor que necesitábamos, este último tiempo habíamos estado tan estresados mientras corríamos contra el mundo sin detenernos para tomar un respiro y descansar.Aunque debo decir que desde que Amelia apareció en mi vida ha sido esa bocanada de aire fresco que necesitaba, soy el hombre más afortunado por haberme casado con esta mujer y tener la fortuna de despertar a su lado todo los días viendo esos ojos que me calman de toda angustia.— ¿Por qué me estás observando de esa manera? — pregunta con una sonrisa tímida mientras seguía metiendo sus cosas en la maleta.— Estoy admirando a mi esposa ¿Acaso hago mal?— Eres un tonto.Voy hasta ella y la abrazo besando su sien, de inmediato puedo sentir cómo todo su cuerpo se relaja contra mí. Esa sensación que
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