69. Pov Dan
El reloj del living marcaba las doce y media cuando colgué por tercera vez con la oficina de seguridad. Ninguna llamada traía respuestas, solo rodeos. Lo mismo de siempre: “Estamos revisando las cámaras”, “El laboratorio analizará los restos del animal”, “Necesitamos más tiempo”.
Tiempo.
Eso era precisamente lo que yo no tenía.
Anne dormía en el sillón, acurrucada con su manta azul. La fiebre había bajado, pero cada vez que la miraba me dolía pensar en lo cerca que había estado el miedo de entrar otra vez a esa casa.
Tomé una taza de café frío del escritorio y di un sorbo. Tenía el sabor amargo del insomnio y la frustración.
Niki había insistido en ir a trabajar, y aunque lo odiaba, la había dejado. No servía de nada discutir con ella cuando estaba decidida. Había algo en su mirada —una mezcla de orgullo y cansancio— que me desarmaba. Pero ahora, con la casa en silencio, ese orgullo me parecía una amenaza.
Apoyé la taza y marqué el número de uno de mis colaboradores de confianza.
—De